Bush recurre el fallo judicial para evitar el recuento de votos y mantener sus opciones
Se cumplía un mes del drama electoral y Tallahassee más que nunca vivió ayer sus 15 minutos de fama en la historia. Fue una jornada de tensión, euforia y frustración en los dos bandos, según se iba dando por ganador a uno u otro candidato al hilo de los fallos judiciales. Y luego llegó la incertidumbre sobre el impacto de la orden del Tribunal Supremo de Florida ordenando los recuentos. El anuncio de que George Bush apelará al Supremo de Estados Unidos complicó aún más la posibilidad de un desenlace. "Nos hemos visto obligados a recurrir ante el Supremo", dijo James Baker, en nombre de Bush.
A mediodía se dio por vencedor a Bush cuando los jueces rehusaron invalidar miles de votos por correo;dos horas después el Tribunal Supremo dió un giro al destino ordenando el recuento manual de miles de sufragios, nunca revisados. Los aplausos de la muchedumbre partidaria de Gore, congregada frente al Supremo, resonaron al otro lado de la calle donde el cónclave de legisladores activaba la "póliza de seguros de Bush".Los cuatro magistrados que dictaron la resolución no establecieron un calendario específico ni una metodología de recuento (al igual que habían hecho en su fallo de hace dos semanas, creando la confusión que volvió a desembocar ayer en sus manos. Sólo que en esta ocasión hay muchos más miles de votos que contar, pero no se sabe cuántos (con excepción de los 9.000 de Miami-Dade) ni dónde están, ni quién los va a escrutar. De momento se establecieron 32 equipos para el recuento. Todo debería estar saldado para el 12 de diciembre, plazo en que Florida debe nombrar a sus compromisarios. Pero nadie apuesta por ello.
"No vamos a dejar que esto se prolongue en los tribunales y perdamos la oportunidad de enviar nuestros compromisarios. Es tan simple como eso", declaraba a EL PAÍS el legislador Mario Díaz-Balart, uno de los nueve miembros del "comité selecto" que ha patrocinado la resolución de la Legislatura para ratificar los 25 compromisarios de Bush certificados por la secretaria de Estado.
Por una parte, la apelación de Bush ante el Supremo de abre la puerta a una escisión en el sistema judicial de EE UU, si el alto tribunal revocara la decisión de su homólogo de Florida. Y aún suponiendo que ése no fuera el desenlace, la posibilidad de que Gore gane en los recuentos siembra otras incógnitas. ¿Ordenaría el Tribunal Supremo de Florida que se anule la certificación de Bush como ganador? ¿Si lo hiciera, sería Jeb Bush, el gobernador de Florida hermano del candidato, el que tuviera que firmar la nueva certificación, granjeándole una derrota a su hermano? ¿Y qué pasaría si éste se negara a acatar la orden judicial?
Mientras se despejan todas las preguntas, en el sótano de la Corte Suprema de Tallahassee dormían ayer las 9.000 papeletas de Miami y las 3.300 que no contabilizaron en Palm Beach porque la junta electoral de ese condado no tenía una guía clara para saber qué perforaciones debían contabilizarse como votos y cuales no. Tampoco las tienen ahora.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.