"No queremos olvidar a Mary"
Los padres de las siamesas separadas por orden de los tribunales británicos relatan su drama familiar
Los padres de Jodie y Mary, las niñas siamesas separadas en la ciudad británica de Manchester el pasado 6 de noviembre, intervención que se saldó con la muerte de la segunda, han salido por fin del anonimato. Se llaman Rina y Michaelangelo Attard, crecieron en la localidad maltesa de Xaghra, al sureste de la isla de Gozo, y han decidido identificarse para poder ser entrevistados por la productora de televisión Granada. Opuestos a la operación porque su fe católica les impedía elegir la salvación de una sola de sus hijas, ahora que Jodie empieza a estar fuera de peligro y aprieta sus deditos contra sus manos reconocen estar encantados de que por lo menos ella salga adelante.Rina y Michaelangelo Attard, de 29 y 44 años respectivamente, llegaron al Reino Unido poco antes del nacimiento de sus hijas, ocurrido el 8 de agosto mediante cesárea. Ya sabían que se trataba de siamesas con un pésimo diagnóstico. Unidas por el abdomen, con una aorta, la columna fundida a la altura del hueso sacro y un solo aparato urinario y reproductor, Mary dependía de Jodie para sobrevivir. Lo que nunca imaginaron es que sus convicciones religiosas pudieran enfrentarles a la Justicia británica en pleno y convertir su tragedia íntima en tema de debate nacional.
Algo más tranquilos desde que decidieron aceptar los fallos a favor de la separación emitidos por los tribunales Supremo y de Apelación de Londres, han accedido ahora a contarle su agonía al periodista Martin Bashir, el mismo que entrevistara a Diana Spencer en pleno auge de las confesiones sobre los mutuos adulterios de los príncipes de Gales. El periodista fue muy delicado en su día con la princesa y los Attard le eligieron después de rechazar una oferta similar de la BBC. Para poder conversar y meter luego en una cuenta corriente a nombre de Jodie las 150.000 libras (41 millones de pesetas) que han recibido de Granada tv, la juez de familia Elizabeth Butler-Sloss debió levantar primero la orden judicial que protegía sus nombres. Los de sus niñas -Jodie y Mary no son los verdaderos- continúan sin desvelarse. Sólo se sabe que fueron bautizadas como sus abuelas maltesas. La juez tampoco ha permitido que los medios de comunicación se acerquen al hospital Saint Mary de Manchester, donde fueron operadas y que acoge a Jodie desde su nacimiento.
"Aunque sabíamos que Mary perecería en el quirófano, recibir la noticia fue terrible. Poco después de la operación la cogimos en brazos. Estaba muerta, pero fue la primera vez que pudimos abrazarla y es algo de lo que nos alegramos", le dijeron anoche a Bashir, que les convocó para el programa de actualidad titulado Esta noche con Trevor McDonald. Con signos de cansancio y la mirada triste, los Attard señalaron que habían retirado la demanda de no separarlas cuando el Supremo y el Tribunal de Apelación rechazaron su petición de dejarlas morir en paz.. "Era inconcebible que otra corte modificara ambas decisiones y por eso decidimos resignarnos", según Michaelangelo Attard, un yesero que trabajó en Australia para ahorrar dinero y poder construir la casa de Gozo a la que espera regresar pronto.
Su esposa interviene para recordar los primeros momentos tras la operación de 20 horas llevada a cabo por una veintena de profesionales. "Cuando Jodie salió del quirófano estaba llena de tubos y rodeada de aparatos. A pesar de ello, tenía buen aspecto. Lo malo fueron los dos o tres días siguientes a la separación. No sonreía, apenas se movía y pensamos que algo iba mal. Era la morfina para quitarle los dolores. Al suprimirla, volvió a ser ella y ahora le ríe a todo el mundo y nos coge la mano con una fuerza tremenda. Como si supiera que le falta algo", dice la madre, que no se ha separado de la niña, lo mismo que su esposo, más que para ir a misa. "A pesar de la tragedia no pensamos olvidar a Mary. Siempre formará parte de nuestra familia y queremos enterrarla en nuestra tierra", aseguraron ayer.
Un deseo que tardará en realizarse. Durante la semana, el matrimonio ocupa una pequeña habitación en el hospital Saint Mary. Los sábados y los domingos suelen pasarlos en un pueblo cercano invitados por Tony Hubble, un albañil de 64 años al que conocieron en Gozo. Como Jodie tiene por delante numerosas operaciones durante los próximos años para reconstruir la parte inferior de su cuerpo, sus padres prefieren ser realistas. "Vivimos al día, la verdad. Hay momentos en los que todavía no podemos aceptar que Mary se haya ido. Ojalá que volvamos pronto a Gozo", suspiraban ayer.
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