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Libertad y utilidad

Quisiera comenzar constatando el singular hecho de que de nuevo atravesemos por una situación crucial. Es paradójico, pero así es. Cada cierto tiempo tenemos una ocasión inmejorable para rectificar; para enderezar una trayectoria -la de la sociedad vasca- hecha de cal y arena, de humus y cal viva, de vida y muerte cotidianas. Otra situación singular que recurrentemente se nos presenta. Paradojas de la vida vasca ¿La volveremos a dejar pasar?Claro que siendo la vida (en especial la vasca) como el mar, una sucesión de flujos y reflujos, de mareas altas y bajas, es también ir caminando, no un simple ritornelo, es correr sin un rumbo claro como río sin cauce. Gobernar esas aguas de modo que favorezcan la vida y el fluir es la clave de toda existencia bien llevada. Eso rige también para el gobierno de las sociedades (incluida la vasca, faltaría más). De modo que siempre resulta vital un buen diagnóstico, y, luego, una voluntad clara de buen gobierno.

Hoy vivimos un momento especial en el pulso que los demócratas venimos manteniendo con ETA. La marea de la libertad crece con fuerza mientras los asesinatos y actos opresivos se intensifican (recuérdese que El Provecto murió firmando cinco sentencias de muerte, Txiki, Otaegi y tres del FRAP, y las bravatas de los Cristo Rey). La sociedad, la gente, usted y yo, sentimos hambre de libertad y lo expresamos en público o en privado. Esta es la marea. Pero no se engañe. La corriente es mansa, no está formada por las cálidas aguas del utopismo sino por las templadas del pragmatismo. Hoy hay quien se expresa con desesperación, pero domina el hastío y la fría apatía ante los asuntos del terror. Fue lo que de forma algo desgarrada vino a significar la pasada manifestación de Barcelona contra ETA: una cierta inflexión en las conciencias, un nuevo clima social hecho de exigencia, ya sí, de libertad, pero también de demanda de soluciones. Y esto es, precisamente, lo que define la nueva situación: ansia de libertad contra ETA y exigencia, al tiempo, de soluciones para dejar atrás la pesadilla («ustedes que pueden, hablen»).

Ésa es la marea. Pero el río debe atravesar por la torrentera de unas elecciones anticipadas (para la primavera, o para el otoño lo más). Y este es el otro componente que agita las aguas políticas.

¿Qué hacer para no dejar pasar de nuevo una ocasión crucial, para gestionarla bien? Uno no es muy optimista, pero intenta ser práctico. Usted y yo sabemos algunas cosas obvias: que el enemigo es ETA, que ahí está -y no en otro lado- el problema, que la solución ha de venir de un acuerdo contra él, y que en este país hay dos convenciones sociales que han de ser integradas. Pero, claro, están las elecciones, y frente a ellas cabe una posición táctica y ventajista. Usted me entiende. Ésa, usted y yo, la desechamos. Nos interesa consolidar un estado de convivencia y de libertad.

Claro que los partidos habrán de confrontarse en las elecciones e intentar ganarlas. Es lo natural. Pero, si se aspira a remar en la buena dirección habrán de contemplar 1. la demanda de libertad y 2. ofrecer una salida práctica. No van exactamente por ahí las campañas que se anuncian. El PP, que ha representado la firmeza contra ETA -uno de sus mejores activos-, debiera atemperar esa obsesión por dejar al PNV en la oposición antes de votar incluso. Perjudica la convivencia y toda solución práctica (mejor el modelo Rabanera en Alava). Dentro del PNV -por ir al otro plato de la balanza- es tiempo de que los autonomistas se hagan oír. Nadie puede hacerles el trabajo. Como en su día la "plena reintegración foral", ahora la exigencia del pleno cumplimiento del Estatuto puede unirles y permitirles ser, al tiempo que radicales, prácticos. Lo otro es un brindis al sol y entregar el alma al diablo. Y, finalmente, el PSE, fiel de esta balanza, que ha sabido contener la furia del PP, deberá saber mantenerse firme ante los cantos de sirena del PNV.

Las elecciones decidirán y con ello deberá tejerse un nuevo acuerdo, un nuevo consenso. Que quede en la oposición quien no obtenga el favor de las urnas y quien más torpe sea en articular su oferta por la libertad y la conclusión práctica de la pesadilla. Y si todos participan de algún modo en el gobierno, tanto mejor.

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