Ahorro genérico

Casi tres años ha tardado el Gobierno en comenzar a aplicar el decreto de precios de referencia en los medicamentos, un instrumento imprescindible para que la implantación de genéricos tenga eficacia. La demora provocaba recelos en los sectores que preconizan un uso más racional de los medicamentos, pues parecía obedecer a la incapacidad del Ejecutivo para hacer frente a la presión de los laboratorios.El Gobierno aprobó con la Ley de Presupuestos de 1998 la implantación en España de los medicamentos genéricos, fármacos cuya patente ha caducado y cuyos principios activos pueden por ello comercializarse a un precio menor que los de marca. Los genéricos representan en España menos del 2% de la factura farmacéutica pública, cuando en Dinamarca, por ejemplo, alcanzan el 27%, y en Alemania, el 20%. El escaso número de los aprobados hasta ahora y la ausencia de incentivos hacen que su incidencia en la desbocada factura farmacéutica haya sido mínima.

El sistema de precios de referencia puede dar ahora el impulso que necesitan. La Seguridad Social pagará un precio máximo por los medicamentos cuyos principios activos se vendan también en forma de genéricos. De este modo se respeta la libertad de prescripción del médico y la de elección del paciente; pero si éste insiste en que quiere un medicamento de marca con un precio superior al establecido como referencia tendrá que abonar la diferencia. El primer efecto de esta medida no es sólo el ahorro que se obtenga por una mayor prescripción de genéricos, sino también una reducción en el precio de los fármacos de marca.

El Gobierno, sin embargo, no ha sabido explicar la medida suficientemente, ni en su vertiente terapéutica ni en la económica. Los usuarios deben tener la completa seguridad de que los genéricos tienen exactamente las mismas propiedades que los de marca, pues sólo se han aprobado los que son absolutamente bioequivalentes no sólo en composición, sino también en presentación, dosis y vía de administración. Y hay que convencer a los usuarios de que todo lo que se despilfarra en medicamentos es dinero que deja de utilizarse para lograr una mayor calidad asistencial.