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Arzalluz confía su estrategia a la viabilidad de un Gobierno con EA e IU

La dirección del PNV ha descartado cualquier movimiento de apertura hacia los socialistas para abonar el terreno a una alianza poselectoral en el País Vasco. Por el contrario, el partido que lidera Xabier Arzalluz confiará su estrategia hasta la celebración de los comicios vascos en el mantenimiento del actual discurso y con la expectativa de que los resultados hagan viable un Gobierno con EA e IU; un convencimiento que el propio Arzalluz transmitió a la asamblea nacional del partido reunida el pasado viernes y al que no hubo contestación alguna.

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Silencio en la asamblea

"No os preocupéis, que los números van a dar para ese Gobierno; por tanto, ahora toca estar quietos", vino a decir Arzalluz en relación con posibles movimientos hacia los socialistas, en su intervención ante la asamblea nacional del partido. Su fórmula (PNV-EA-IU) sería posible, según recientes encuestas que arrojan una relación de 32 escaños frente a 31 de los constitucionalistas y contando con la continuidad de la ausencia de EH en el Parlamento autonómico. Ello permitiría al PNV mantenerse en sus posturas soberanistas y dejar la puerta abierta en los cuatro siguientes años a una hipotética evolución de ETA hacia una nueva tregua y de EH a la reincorporación a la vida institucional.Los nacionalistas sostienen, en este discurso, que IU-EB, la formación de Javier Madrazo, mantiene una "óptima disposición" ante esa posibilidad y sólo exigiría a cambio algunas concesiones de contenido social.

La apuesta por esa alianza, aunque sea posible por la mínima, fue expuesta por Xabier Arzalluz en la asamblea nacional celebrada el viernes pasado por el PNV. Ante los cuadros internos y cargos institucionales del partido, el líder del PNV lanzó una llamada a una especie de "todos quietos" que fue disciplinadamente atendida ya en la misma asamblea.

Como demostración, apenas si se produjeron en ella unas pocas y tímidas preguntas acerca de la posición del partido ante el anticipo electoral y la conveniencia del acercamiento a los socialistas. La primera cuestión fue despachada con generalidades por el lehendakari, Juan José Ibarretxe, que se limitó a contar a los cargos de su partido lo que ya ha repetido en tres intervenciones parlamentarias y en numerosas comparecencias públicas: su propuesta de triple compromiso ético, político y de diálogo. La segunda quedó respondida con una negativa rotunda de Arzalluz: con los socialistas, nada hasta después de las elecciones, y en todo caso, incluso entonces, el dirigente del PNV recomendó una actitud de espera, en su convencimiento, ya expresado otras veces, de que "ya vendrán ellos".

Los movimientos de los partidarios de una corrección más explícita de posiciones y de un acercamiento a los socialistas para preparar la reedición de la alianza que funcionó durante 12 años en el Gobierno y las Diputaciones vascas parecen haber quedado anulados, a la espera de que los resultados electorales den o quiten la razón al jefe del PNV. Éste mantiene el convencimiento de que introducir antes de los comicios cambios en las posiciones del partido resultaría arriesgado y tendría más consecuencias negativas -desconcierto, malestar y división internos, proyección pública de una imagen de reconocimiento de la etapa anterior como errónea- que positivas. Arzalluz transmitió igualmente a la asamblea su creencia de que lo peor para el nacionalismo y su Gobierno ha pasado -en referencia al cerco político, parlamentario y mediático del último año- y de que la descalificación no ha logrado penetrar, más allá de círculos intelectuales, en el tejido social vasco. En éste seguiría habiendo a su juicio una masa electoral que no aceptará una solución que no cuente con el PNV y que apuesta mayoritariamente en los sondeos de opinión por el diálogo y del derecho de la sociedad vasca a decidir sobre su futuro.

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El líder del PNV valora en paralelo que también ha pasado el mejor momento para el PP y el Gobierno y no sólo en relación con el terrorismo y el problema vasco; con el añadido de que el enfrentamiento directo y abierto ha compactado a la militancia en torno al núcleo duro de la dirección y anulado las voces y conatos de maniobra críticos.

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