El indulto al juez Gómez de Liaño
Escandalizado es el término adecuado para describir mi estado de ánimo después de enterarme que el señor Gómez de Liaño puede volver a juzgar después del indulto que le ha concedido el Gobierno del señor Aznar tras haber sido condenado por prevaricador por el Supremo.Es un escándalo que el señor Aznar use los poderes que le otorga el pueblo democráticamente para agradecer (después de esto no me cabe la menor duda) los servicios prestados al señor Gómez de Liaño.
Es un escándalo que, contra la opinión del propio Supremo, el señor Aznar haga un uso torcido y prevaricador de sus responsabilidades.
Es un escándalo que en mi país, con lo que ha costado llegar a un Estado de derecho, alguien lo tire por el suelo impunemente y que ese alguien tenga la responsabilidad máxima de presidente de Gobierno.
Es un escándalo las razones que el Gobierno ha dado para indultar al señor Gómez de Liaño escudándose en el Papa, en el milenio y en no sé qué veintantos años.
Es un escándalo para todos comprobar que "la justicia es un cachondeo". Siento vergüenza.- Antonio Liger Valverde. Sevilla.
En este mundo hay cosas que son de sentido común. Por ejemplo: a ninguna autoridad competente se le ocurriría dar un permiso de armas a ningún condenado por asesinato, ni siquiera en el caso de que hubiera cumplido la condena y estuviera en libertad; asimismo, es una verdad de perogrullo que a ningún convicto y confeso de robo se le deje en custodia dinero ajeno alguno. Pues para qué nos vamos a andar por las ramas, exactamente lo mismo es el caso del señor Gómez de Liaño, sólo que gracias al Gobierno del señor Aznar, al revés. Un magistrado que prevarica y que lo razonable es que no se le permita volver a ejercer en la misma profesión en la que delinquió, y va el Gobierno y, con alguna condición, le indulta. Este hecho es de una irresponsabilidad manifiesta, pues no solamente se les sigue viendo el plumero a nuestros gobernantes a la hora de dar trato de favor a sus amigos o a los amigos de sus amigos, sino que deja en evidencia al Tribunal Supremo y a la justicia a la que tanto dicen respetar.- José Luis Fernández Iglesias. Madrid.
Cualquier mentecato, en el sentido etimológico del término, puede advertir que el problema de Gómez de Liaño, a quien el periódico que yo leo se empeña en insultar y denigrar de forma vehemente, empecinada, carente de templanza y de equilibrio, no es sólo un problema judicial, sino también económico, político e ideológico. Y como yo soy un lego en esas materias, lo más prudente es que me abstenga de opinar públicamente sobre ello.
Le escribo, por tanto, para hacerle llegar mi más enérgica protesta en relación con su editorial del sábado 2 de diciembre de 2000, por haber incluido a los profesores en sus argumentos. ¡Ya está bien de mezclarnos con todos los asuntos sucios de este país!
Podían haber utilizado a la profesión periodística para reforzar sus argumentos. Y como no lo han hecho, lo haré yo. ¿Se imagina alguien que un periodista difamador fuera indultado para que volviera a escribir en un periódico? Miren a derecha y a izquierda, arriba y abajo, delante y detrás, en la prensa escrita, en la radio o en la televisión, y convendrán conmigo que ese editorial ha sido desafortunado.- José Santos Puerto. Santa Cruz de Tenerife.
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