Zotoluco da cátedra de toreo puro
Vaya cátedra que dio Zotoluco de lo que es el toreo auténtico con Romerito, un toro de bandera al que indultó.Al codicioso astado que hizo segundo, el diestro de Atzcapotzalco lo saludó de hinojos con una larga cambiada de la que salió muy comprometido y plantándose en los medios sin moverse lo lanceó templadamente. Por rítmicas chicuelinas andantes que remató con una vistosa serpentina, llevó al adversario al caballo y después mostró la arrogancia y verdad de la verónica en su quite.
Culminó Zotoluco su exposición con un toreo barroco en el que sobresalió la forma clásica de citar echándole la muleta al hocico a la noble res embarcándola en la panza del engaño. Al correr acompasadamente la mano barría la arena y cumplía con la ortodoxia de cargar la suerte dejando al ejemplar a su espalda para con un ligero toque ligar el siguiente pase.
Encinos / Armillita, Zotoluco, Ponce
Toros de Los Encinos (1º devuelto por inutilizarse): sobrero, 2º y 3º, chicos y pobres de cabeza; resto, justos; descastados y de diferente juego; 2º, encastado, indultado.Armillita: metisaca, pinchazo y media (ovación y salida al tercio); estocada baja (abucheos). Zotoluco: indultado su primero (vuelta); dos pinchazos y estocada desprendida (ovación y salida al tercio). Enrique Ponce: media (dos orejas, una protestada); pinchazo y estocada (dos orejas). Zotuluco y Ponce salieron a hombros. Monumental Plaza México, 3 de diciembre. Tres cuartos de entrada.
La parte medular de la arquitectura de esta colosal faena fueron dos series de seis redondos cada uno iniciados con soberbio trincherazo una y la otra con el emotivo pase de las flores. Las abrochó con el martinete y el de pecho a la primera y con el cambio de mano por delante y el desdén la segunda.
En las tandas de cinco naturales la armonía era tal que parecía que ambos practicaban un toreo de salón y los pases circulares con variados adornos fueron de ensueño. Desde los tendidos la concurrencia no cesaba de gritarle "¡torero, torero!".
El viento que sopló en el quinto, y ese cornúpeta que se revolvía en un palmo de terreno, pitado en el arrastre, no fueron obstáculo para Zotoluco, quien dominó al toro y le enhebró dos series de limpios redondos.
Para poder torear al huidizo tercero, pitado en el arrastre, Enrique Ponce le tapó la cara con la bayeta obligándole a que le repitiera en una faena riñonuda.
El valenciano llevó a la querencia natural al marmolillo sexto y con perserverancia le enseñó a embestir y, sobre todo, a que le repitieran. Utilizando sus recursos y con mucha entrega consiguió que un buey se convirtiera en un oponente con movilidad y fijeza, y el diestro terminó jugando con él en una faena ajustada y estrujante
Con el claro que sustituyó al primero, que el peón Mauricio Kingston estrelló en el burladero y se rompió el pitón izquierdo, Arillita exhibió sus contrastes. Con la sarga tuvo detalles y trazó su señorial toreo pero sólo por momentos entusiasmó a las galerías. Al áspero y soso cuarto no le pudo por el lado derecho pero por el izquierdo le engarzó templados naturales.
El que tuvo una pésima labor fue el juez de plaza, Jesús Dávila, quien se adelantó al concederle la segunda oreja de su primero a Enrique Ponce y, sobre todo, ordenando el arrastre lento al manso sexto, desvalorando la meritoria faena del valenciano.
Babelia
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