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Zedillo abandona la presidencia con una popularidad del 60%

Juan Jesús Aznárez

La reacción dentro del Partido Revolucionario Institucional (PRI) aún no perdona al presidente saliente, Ernesto Zedillo, su diligencia en reconocer la victoria del candidato opositor Vicente Fox en las elecciones del pasado 2 de julio, un movimiento que la noche del cambio evitó las eventuales trampas de quienes no dudaron en ejecutarlas cuando vieron amenazada su hegemonía de siete décadas. Zedillo deja la residencia Los Pinos con la satisfacción de haber facilitado el tránsito de su país hacia la democracia, hacia una alternancia en el poder que durante muchos años pareció imposible.Economista de 48 años, austero y disciplinado, entrega el mando con una popularidad del 60%, sensiblemente más alta que la del partido al que pertenece, sumido hoy en una ácida guerra de facciones. La sociedad mexicana, a través de sus diferentes organismos, fue la protagonista indiscutible del proceso hacia el pluralismo y las libertades, pero el último presidente del PRI, en lugar de torpedearlo, percibió su inevitabilidad y conveniencia, y le dio cauce con reformas políticas y electorales. La creación del Instituto Federal Electoral (IFE), y los cambios efectuados en 1996, hicieron posible los triunfos opositores en las legislativas de 1997 y en las presidenciales de este año. "¿Dónde estaríamos si el PRI se hubiera impuesto? ¡Qué horror!", exclamaba el comentarista Federico Reyes Heroles.

Pocos creyeron en la sinceridad de Zedillo cuando el año pasado anunció la convocatoria de primarias en el PRI y la oposición alertó sobre la entrada en liza de una nueva variante del histórico gatopardismo priísta. Lo cierto es que, en lugar de elegir a su sucesor a través del dedazo, la antidemocrática práctica ejercida por todos los presidentes salientes, Zedillo abrió la designación a una pugna entre varios aspirantes del partido. Las inercias del presidencialismo fueron aprovechadas por Francisco Labastida, que ganó las internas. Perdió frente a Fox, pero su derrota allanó el camino hacia la modernización de México.

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