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LE MONDE Bioética y política

Con la revisión de las leyes sobre bioética de 1994, los políticos franceses deben tratar de nuevo una cuestión crucial de la democracia moderna. Saber hasta dónde y con qué medios pueden establecerse límites en el terreno de la investigación científica y cómo controlar el uso de sus descubrimientos. Y tanto más difícil es la respuesta al tratarse de investigaciones sobre la vida, su preservación, su transmisión, su fin. El individualismo contemporáneo tiende a considerar que, en este campo, todo lo que hace posible la ciencia tiene que dejarse al libre albedrío de cada uno y que ninguna moral "colectiva" debe prevalecer sobre el pensamiento individual. Todos deberían poder acceder a los medios existentes para curarse o prolongar la duración de su vida. También debería ser posible ponerle fin si la enfermedad que se sufre le incita a una persona a dicha elección. (...) Este postulado general es un desafío para los sabios, los primeros en percibir los posibles desarrollos de un descubrimiento. ¿Acaso pueden ir a todos los sitios donde les permite la ciencia? ¿O deben prohibirse ciertas vías o, por lo menos, advertir a la opinión pública de los peligros que encierran? Además, sus motivaciones pueden no ser puramente científicas o "éticas", pudiendo existir también una motivación comercial o económica. (...) A los políticos les incumbe asumir la responsabilidad de promulgar reglas. Las leyes de 1994 nacieron de un debate parlamentario que permanece como un modelo. Incumbido por el precedente, el Parlamento tiene que mostrarse de nuevo a la altura de la labor que le toca llevar a cabo. París, 29 de noviembre

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