Protesta de vecinos del barrio de Gràcia contra las antenas de telefonía
Un grupo de vecinos del barcelonés barrio de Gràcia protesta contra la presencia de numerosas antenas de telefonía móvil a las que culpan de los frecuentes dolores de cabeza y zumbidos en los oídos que sufren algunos residentes. Hace ya un año que los vecinos de los edificios situados en los números 33 y 35 de la calle de Pi i Margall -en cuyas azoteas están situadas las antenas- denunciaron el hecho al distrito.
Empleados sin permisos
Desde hace un año, los vecinos se han dirigido a distintas instancias, constatando el escaso interés y el vacío legal existente para prevenir los posibles efectos nocivos que la cercanía continuada de este tipo de antenas puede ocasionar a la salud. En el colectivo de vecinos de Gràcia se sienten "como conejillos de Indias involuntarios", explica un portavoz de los afectados que se pregunta por qué razón con las nuevas tecnologías no ocurre como con los medicamentos u otros productos que son sometidos a numerosas pruebas antes de ponerlos a la venta.
El punto culminante de este conflicto se vivió recientemente cuando empleados de Airtel se disponían a modificar una de las antenas con ayuda de grúas de grandes dimensiones. Al ser requeridos por los vecinos para que mostraran el permiso correspondiente, comprobaron que la única autorización de que disponían era de la Guardia Urbana, para cortar la calle mientras efectuaban el trabajo. La negativa de los residentes obligó al personal de Airtel a irse sin cumplir su cometido.En este sector de Gràcia la población está muy sensibilizada en lo referente a la telefonía móvil. Algún vecino echaba ayer de menos actuaciones como la del Gobierno británico obligando a que los telefonillos que se pongan en el futuro a la venta lleven incorporada una etiqueta alertando de los posibles riesgos para el organismo que pueden derivarse de una excesiva exposición a las radiaciones electromagnéticas.
El Gobierno catalán está ultimando una normativa que regule la ubicación de las antenas y la distancia que debe mediar entre ellas y los núcleos residenciales. La ministra de nuevas tecnologías, Anna Birulés, anunció ayer en Barcelona que está elaborando una norma.
Los escasos estudios realizados hasta el momento no son concluyentes sobre si los efectos de las radiaciones electromagnéticas pueden ser perjudiciales. Entre los científicos no hay unanimidad. En Gràcia se preguntan si con los móviles puede ocurrir como con los rayos X, que al principio se consideraban tan inocuos que ni los médicos ni el personal sanitario se protegía de sus radiaciones. Los propietarios de los inmuebles donde se instalan este tipo de antenas cobran un alquiler de las compañías de telefonía.
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