"Tenemos que quitarnos de la cabeza que el único cine posible es el de ficción"

La vinculación de Ernesto del Río (Bilbao, 1954) al Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao comenzó en 1978. Desde entonces ha sido miembro del comité de selección, del equipo de dirección y concursante premiado por sus cortometrajes Octubre 12 y El ojo de la tormenta. En la 42ª edición del certamen, que comienza el lunes bajo la nueva denominación de Zinebi, estrena el cargo de director. Pregunta. ¿No es extraño un cambio de nombre tras 42 años?

Respuesta. El festival no ha cambiado de nombre, pero ahora tiene una marca comercial. Identificar el festival era muy difícil con una denominación tan larga. Al final se quedaba en festival de cortos, que suena fatal, o festival de documental, que no expresa bien el contenido. Zinebi es una mezcla del cine y la ciudad, y se ha planteado como una manera de reconocer el festival y las posibles actuaciones que se hagan a lo largo del año a partir de 2001, como ciclos o seminarios.

P. ¿El certamen se beneficia de que bajo el mismo nombre se organicen otras actividades durante todo el año?

R. Yo creo que sí. Al final el festival no deja de ser el resumen final de toda la actividad. Si programas durante el año un cine que no llega a Bilbao se crea un ambiente y una actividad continuada que desemboca en el festival, como expresión más espectacular. En definitiva, se trata de dinamizar toda la vida que pueda fluir en Bilbao alrededor del cine y el audiovisual.

P. ¿Y cómo está esa vida?

R. Pues no muy allá. Está flojita porque no hay mucha oferta. Igual hay más salas, pero para dar las mismas películas. La iniciativa pública debe cubrir lo que no hace la privada. Dicen que hay un tipo de cine que no es rentable, pero yo lo dudo. Con el cine subtitulado puede que ganes menos dinero, pero no quiere decir que sea deficitario. Cualquier ciudad española tiene filmoteca. No sé como Bilbao no ha sido capaz de ofrecer esas posibilidades. Eso en programación, no te digo en la producción de cine. No ha quedado casi nadie: todos se han ido para Madrid.

P. El festival de Bilbao parece despertar más el interés de la gente del gremio que del público

R. Eso pasa también en los festivales grandes. Pero sí creo que tenemos que interesar más al público general, porque son películas que te abren los ojos a otro tipo de mundos, difícil de ver.

P. ¿Qué va a hacer el festival para ponerse al día?

R. En la sección a concurso, procurar traer el mayor número posible de inscripciones de todos los países. De la cantidad sale la calidad. El concurso sirve para potenciar a los nuevos realizadores. En el cine de ficción largo no debe entrar, porque no es su misión. Le toca moverse en el terreno del cortometraje, la animación y el documental. Una de las vertientes en las que vamos a profundizar es en el documentalismo, que es como empezó el festival.

P. ¿Qúe propone para dotar de identidad propia al festival?

R. Mantener el estilo, la impronta, la identidad durante muchos años es difícil. A todos los festivales les pasa que viven épocas de pérdida de identidad.

P. Pero el festival de Bilbao viene dando una impresión de crisis desde hace años.

R. Este festival fue una cosa en los 60. En los 70 fue muy defendido porque era uno de los pocos eventos culturales que había. A partir de mediados de los 80, la definición del festival ha ido buscándose a sí misma. Yo creo que cuando lo asumió al Ayuntamiento y creó un organismo para gestionarlo de 1981 a 1987, fue el camino correcto. Es la idea que queremos recuperar: más programación a lo largo del año.

P. ¿Han invitado a Peter Greenaway y Robert Altman como gancho?

R. Tratamos de traer cineastas que tengan que ver con el festival, como los documentales y la experimentación. Esa es la manera de hacer un poco de pedagogía. Se nos tiene que quitar de la cabeza que el único cine posible es el de ficción. Hacer documentales es más complicado: tiene más que ver con el periodismo, requiere investigar, hacer trabajo de campo. Con la ficción todo es legítimo.