La vida de Elián, en el panteón de los héroes de Cuba
Un año después de su odisea el niño 'balsero' vive bajo vigilancia policial en su pueblo de Cárdenas
El 21 de noviembre, la carretera a Varadero iba prácticamente vacía. En los 140 kilómetros que separan La Habana de esa playa y del vecino Cárdenas, el pueblo donde vive Elián González, nos cruzamos sólo con unos cuantos coches y autobuses de turismo. A pesar del escaso tráfico, decenas de personas hacían autoestop al borde del camino, aunque lo más chocante eran las vallas publicitarias: estaban desnudas; una sucesión de huesudas estructuras de metal corroídas por el salitre.Meses atrás, estos soportes anunciaban con gran despliegue las bondades de los hoteles Meliá de Varadero, la cerveza cubana Cristal y el detergente OMO; pero un buen día -nadie recuerda el momento preciso- toda esta propaganda capitalista se esfumó en el fragor de la colosal campaña de rearme ideológico desatada en la isla tras el caso Elián. Desde luego, no fue éste su único efecto...
Todo comenzó hace un año, otro 21 de noviembre. Ese día, Elizabeth Brotón se embarcó con su hijo Elián en una lancha clandestina con el propósito de llegar a Miami. El bote zozobró en pleno estrecho de la Florida con 14 pasajeros a bordo: sólo se salvaron dos jóvenes y el niño. Elián, que entonces tenía cinco años, sobrevivió milagrosamente al naufragio. Aferrado a un neumático, en un mar infestado de tiburones, estuvo 48 horas a la deriva, hasta que dos pescadores estadounidenses lo encontraron el 25 de noviembre, el día de Acción de Gracias en Estados Unidos, una de las fiestas más importantes del calendario.
Su rescate fue el comienzo de una agria disputa entre Juan Miguel González, su padre, miembro del Partido Comunista y residente en Cuba, y la familia de Elián en Miami, que pedía que no fuese devuelto a la isla; su madre, decían, había dado la vida para que Elián "creciese en libertad".
Enseguida el asunto se politizó. Los grupos del exilio convirtieron el caso Elián en una bandera anticastrista y lucharon sin tregua ante los tribunales de EE UU para que el pequeño se quedase en Miami. En Cuba, la batalla por su regreso fue transformada en prioridad de Estado. Las siempre difíciles relaciones con Washington temblaron de nuevo y Fidel Castro en persona encabezó una campaña patriótica sin precedentes. Millones de cubanos fueron movilizados en torno a la nueva causa nacionalista y se recuperó el discurso revolucionario de los años sesenta.
Finalmente, Juan Miguel ganó la batalla judicial y Elián regresó a casa. De eso hace ya cinco meses... ¿Qué ha pasado con él? ¿Qué secuelas ha dejado su caso?
La escuela Marcelo Salado de Cárdenas está en la calle de la Calzada y hace esquina con el museo Óscar María de Rojas, el segundo más antiguo de Cuba. Durante los siete meses que duró la pelea por Elián, la sala principal de este museo fue transformada, como todo el país: los jarrones de porcelana china y los retratos de Isabel II tuvieron que abrirle hueco a Elián y a los testimonios de aquellos que se destacaban en la lucha. Un poema colocado en aquellos días por una pionera de 11 años decía: "Elián confía en tu patria, / en los que estamos aquí, / confía en tu comandante, / no te quedarás allí".
Todo esto ha desaparecido, igual que las grandes pancartas de Elián que en aquel tiempo inundaron las plazas y los parques de la isla. Hoy, un policía de uniforme vigila los alrededores del colegio para que ningún intruso le moleste, sobre todo si es periodista. No está permitido hacer fotos, ni filmar, ni esperar en la puerta. "No se pongan bravos, pero hay que proteger su intimidad. ¿No creen que ha sufrido bastante?", dice.
La única que habla, después de una asumible espera paseando por el pueblo entre carruajes de caballos y tiendas de dólares, es la directora, Maribel Reyes. "El niño está perfectamente. No tiene ningún problema. Es un buen estudiante. Ya ha vuelto a la normalidad". Sus frases son cortas, cortantes; quiere terminar rápido. Recalca mucho que Elián "no tiene ningún privilegio" y que la gente de Cárdenas no lo atosiga. "El pueblo cubano se ha portado bien. Ha cumplido cabalmente las órdenes del comandante en jefe. No lo molestan".
Cuando regresó a Cuba, un comunicado oficial dijo también que los maestros y pedagogos tenían ante sí la tarea de convertir a Elián "en un niño modelo" para que fuese siempre, "a la vez que un ciudadano normal, un símbolo, un ejemplo y una gloria para los niños y educadores de Cuba". Pero de eso no hablamos con la directora.
La rutina de Elián no es ningún secreto. Entra al colegio antes de las ocho de la mañana y sale al mediodía. A veces va a recogerlo Juan Miguel en bicicleta, otras lo hacen sus abuelos. Ninguno habla ni da entrevistas. A diferencia de lo que ocurrió durante su estancia en Miami, desde que llegó a Cárdenas, Elián ha sido protegido celosamente del acoso de la prensa. Quieren que el niño tenga una vida normal, aunque eso no es tan sencillo.
"Hace un mes sufrió un desmayo y un profesor nuevo lo cargó en brazos y lo sacó de la escuela para que fuese atendido. Pensaron que era un secuestro. Se formó un gran alboroto y en pocos minutos el parque y los alrededores se llenaron de policía", cuenta una vecina.
Elián vive en la casa de su padre y sus abuelos, en el humilde barrio de la Marina. Es una casa modesta, pero es de las pocas que están pintadas en la calle de Cosío. Un policía en la puerta impide que se importune a la familia.
Juan Miguel sigue trabajando en una instalación turística de Varadero. "Gana en dólares; así que, aunque su hijo no viva con los lujos que tendría en Miami, tampoco le falta de nada", opina otro habitante de Cárdenas, que también pide discreción absoluta.
El 6 de diciembre, Elián cumplirá siete años y, aunque por suerte para él desde hace meses está lejos de la vista del público y de las cámaras, su caso sigue muy presente en la vida de los cubanos. Elián está vivo y quizás algún día llegue ser un niño normal en su pueblo de Cárdenas, pero ya forma parte del panteón de los héroes revolucionarios. Cada tarde, la televisión emite un programa informativo y de educación ideológica creado al calor de la batalla patriótica librada por él. Cada sábado se celebra en un municipio del país una manifestación antiimperialista, aunque Elián ya está en casa.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.