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Recuerdos desde el filo

Estamos a Franco. Es lo que tienen las fechas mágicas. Ahora toca Franco y todo es recordar más bien los alrededores de su muerte pero bastante poco su inepcia -incluso militar- y su brutalidad constante y sin desmayo desde el día en que puso el pie en Africa sólo para coger carrerilla y cargarse a un gobierno legalmente constituido. El Franco de las monedas -o Cabezón- dibujaba perfectamente su gelidez de metal, la materia con que están hechos los atropellos y los crímenes disfrazados de paseos y fusilamientos, el cuño que pisotea las libertades y se hace cadena para aherrojar la cultura. Los duros de Franco tendrían que haber sido de acero para mejor expresar su alma de arma. O bien de plomo, metal que simboliza el disparo pero también el horizonte sin esperanza.Los años de Franco fueron de plomo -y de acero y de mercurio, el metal que ahoga- pero la gente segregaba antitoxinas. Desde luego no quiero ponerme tan cebolleto -lo propio del abuelo Cebolleta era aburrir- como para evocar cómo nos opusimos a él todos, incluidos los demócratas de toda la vida, pues bastante autobombo chorrean los periódicos. Tampoco quiero incurrir en aquella chorrada del contra Franco vivíamos mejor, con la que se creaba la falacia de la unidad y se alentaba el fantasma del todoprogresismo, ¿cómo no íbamos a vivir mejor si éramos más jóvenes? Hubiera preferido hablarles de los chistes, que eran otra forma de resistir y de un modo más..., ¿cómo es esa palabreja? ¿Lúdico? Quiá, cachondo. Pero, ¿quién se acuerda de los chistes de Franco? Confieso que, por más que me he estrujado la cabeza, sólo me ha salido uno, y de los más cortos, por lo que no creo que me solucione la columna. Dice así: "Estaba Dios y se le apareció Franco".

Al menos servirá para quitarle a Monterroso el record de cuentos cortos que poseía con aquel que también hablaba de dinosaurios, pues además de tener menos letras tiene más humor. Sí, así vivíamos, bajo la tenaza de un dios que era superior a Dios pero que por pura modestia accedía a viajar con él bajo el mismo palio. Aunque tienen razón, quiero decir quienes se limitan a recordar que de Franco hasta aquí han pasado 25 años. Porque lo más importante no es que no esté sino que demostró que tenía fecha de caducidad, como el chopped. Y ahí reside una de las bonitas lecciones que podemos sacar, queridos niños: lo poderoso, por muy poderoso que parezca, si está asentado sobre el desprecio a la vida humana y el atropello a los derechos más elementales e incluso a los más sofisticados, fenece. Todo cae -menuda simpleza-, pero cuando cae lo pernicioso y nefasto cae más, porque hay ruptura, mientras que cuando se respetan las reglas no hay caída sino relevo. Lo digo para que se enteren quienes usan y beben del terror: acabarán hechos añicos; ¿acaso no se desmoronó el franquismo, que era más aparato?

La segunda moraleja va dirigida a quienes mencionan el nombre de Franco en vano. Me lo dijo Pérez, que estuvo en Mallorca. Sí, también había alemanes, pero no se trata de ellos sino de quienes sacan a relucir que si esto o esto otro es franquista o brunete. Con ello no sólo se está faltando a una verdad que conocen perfectamente, por haberla vivido, quienes supieron de la cárcel por delitos de opinión o se dispersaron cuando las manifestaciones se disolvían a balazos y reunirse era un imposible y quejarse un delito, o sea, los mismos que profieren tamaña insensatez, sino que además se está contribuyendo a banalizar un periodo nefasto y criminal. Decir que lo de ahora es franquismo puro envilece a quienes fueron fusilados o paseados por sus ideas, denigra los esfuerzos de quienes lucha-ron por ponerle término y se burla de muchos pueblos.

Nunca sospechamos que muerto el tirano tendríamos que reclamar el derecho a la palabra contra quienes le han heredado el tiro en la nuca. Recuerdo -también recuerdo a Lluch- que el día en que murió Franco me sorprendió en un vagón de metro vacío. En la otra punta alguien desplegó un periódico; el tamaño de los titulares me hizo saber que el tirano había muerto. Era en París. Siempre me he preguntado si la escena significaba algo.

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