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El presidente del BCE critica a los países del euro por descuidar el control del déficit

Duisenberg alerta del deterioro de las cuentas públicas y exige que se recorte más el gasto

Donde las dan las toman. Criticado desde hace semanas, Wim Duisenberg atacó ayer a los ministros de la zona euro al poner en evidencia que viven de la coyuntura y desatienden las cuentas públicas. Por primera vez desde 1993, el próximo año se va a romper la tendencia a la baja del déficit público estructural, denunció el presidente del Banco Central Europeo (BCE). Un dato que pasa desapercibido gracias a la buena marcha de la economía y los ingresos adicionales de las UMTS. De no contar con estos ingresos, los crecimientos previstos quedarían muy mermados en algunos países (véase cuadro). La solución: recortar el gasto público.A simple vista, el déficit público de los países del euro va mejor que nunca. El balance de los once países del euro entrará por primera vez en superávit a final de este año. Pero es un dato engañoso. La Comisión Europea ya señaló el miércoles por boca del comisario Pedro Solbes que la zona euro soportará en realidad un déficit conjunto del 0,8% del PIB, pero ese dato ha quedado oculto gracias a los ingresos extraordinarios logrados con las subastas de las licencias de la telefonía móvil de tercera generación, las llamadas UMTS.

Ayer fue el presidente del BCE quien puso el dedo en la llaga durante su comparecencia ante la comisión de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento Europeo. Wim Duisenberg denunció que las cuentas públicas romperán su tendencia a la baja en el próximo ejercicio por primera vez desde que empezó en serio el proceso de saneamiento puesto en marcha para alumbrar el euro.

"Los actuales proyectos de presupuestos implican que la media de las posiciones fiscales será ligeramente expansiva el año que viene", afirmó. "Por primera vez desde 1993, el coeficiente de equilibrio primario en términos de porcentaje del PIB para la zona euro está previsto que se deteriore en 2001", alertó. "Eso demuestra que en algunos casos las estrategias de reforma han sido desequilibradas".

"Algunos países han promulgado reducciones en los impuestos personales y de sociedades pero no se han fijado techos de gasto ambiciosos", insistió. "Aunque las reformas fiscales actualmente en marcha o en preparación en algunos países de la zona euro son un estímulo bienvenido para la economía, tienen que estar acompañadas de recortes en el gasto público", exigió.

El comisario Solbes ya ha advertido varias veces acerca de la necesidad de que las reducciones de impuestos se acompañen con reducciones de gasto público, de gastos estructurales. Pero la autoridad monetaria no se había expresado hasta ahora con tanta claridad y exigencia como ayer lo hizo Duisenberg. Sus palabras constituyen un arma de doble filo a corto plazo para la solidez de la moneda europea. El mercado las puede interpretar como una constatación de que los fundamentos del euro no son tan sanos como se dice o, al contrario, puede ser una señal de que el BCE será más riguroso todavía que hasta ahora en el control de las cuentas públicas.

El presidente del BCE no citó a ningún país por su nombre, pero advirtió de que cuanto más lejos está la deuda pública del objetivo de Maastricht (el 60% del PIB) mayores han de ser los esfuerzos de saneamiento del Estado en cuestión. Una señal particularmente clara para Italia, por ejemplo, porque su deuda aún estará este año por encima del 110% y es uno de los pocos socios del euro que seguirá teniendo déficit público no sólo en el ejercicio corriente, sino en los dos siguientes.

El presidente del BCE no se mostró extraordinariamente alarmado por el mal dato de la inflación, que cerrará este ejercicio al 2,3% según las previsiones de la Comisión Europea, medio punto por encima de lo pronosticado en primavera. Lo atribuyó casi por completo a la crisis petrolera y subrayó que la inflación interna, la generada por la actividad económica de la zona euro, sigue estando por debajo del techo del 2% que se ha fijado como objetivo el banco.

La inflación y el euro

La inflación será el termómetro del éxito del euro, aseguró. A su juicio, sólo si debido a factores internos la inflación se mantuviera de forma prolongada por encima del 2% se podría considerar que la unión monetaria es un fracaso. "Ésa es una situación hipotética que de ninguna manera preveo que ocurra", concluyó.El alto precio del petróleo no sólo está afectando a la estabilidad de precios. También el crecimiento se ve atenuado por la subida del crudo. "Algunos indicadores mensuales sugieren que se ha producido una moderación del crecimiento en la segunda mitad de este año, en gran parte como resultado del impacto negativo del reciente encarecimiento del petróleo", admitió.

"Sin embargo", añadió Duisenberg, "a diferencia de lo que ocurría en anteriores crisis petrolíferas, el área euro es ahora menos dependiente en petróleo". "Tenemos buenas razones para seguir teniendo confianza en lo que se refiere a las perspectivas de crecimiento", proclamó el presidente del BCE.

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