El 'síndrome de la clase turista'

Las compañías aéreas se han preocupado de la seguridad de los pasajeros que transportan, pero han ignorado su salud a bordo. Así de contundente se mostró ayer la Cámara británica de los Lores al presentar un estudio sobre los posibles riesgos derivados de los viajes largos, entre ellos, la trombosis asociada a la falta de movimiento, el denominado síndrome de la clase turista. Sus señorías han recomendado que se sitúen los asientos pensando en el bienestar de los viajeros y que no se escatime el aire acondicionado.Un tercio de la población mundial viaja a diferentes destinos en los aviones comerciales internacionales, por lo que la salud de los viajeros debería convertirse en una de las prioridades de las compañías, señala el estudio de 400 páginas elaborado por el Comité de Ciencia y Tecnología de la Cámara de los Lores. Éstos no tienen poder para forzar a las firmas del ramo a dotar a sus aviones de mayor espacio, pero han sugerido a las líneas aéreas nacionales que adviertan a los viajeros de la necesidad de mover las piernas a menudo, "por muy molesto que ello resulte para la tripulación". El comité propone que las advertencias a los pasajeros figuren en los billetes, como ocurre ya con las cajetillas de tabaco. Para evitar la trombosis, los lores piden asimismo reducir el consumo de alcohol a bordo. Este tipo de bebidas producen deshidratación, lo que, unido a que el oxígeno respirado en los aviones es menor de lo normal, "puede comprometer la circulación sanguínea del pasajero, en especial si es diabético, ha sufrido una operación reciente de estómago o tiene la tensión alta". Uno de los lores, Graham of Edmonton, víctima de un episodio de esta clase tras un vuelo a Nueva Zelanda, ha sido uno de los defensores más decididos del informe.
La Asociación Británica de Transporte Aéreo aseguró ayer que aprovechará "cualquier consejo científico que contribuya a mejorar el bienestar de nuestros pasajeros". Bristish Airways está ya investigando los peligros de los vuelos largos después de la muerte súbita de Emma Christoffersen, de 28 años, que cayó fulminada por el síndrome de la clase turista al regresar al Reino Unido desde Australia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.