La estrategia de ETA frente a la "falta de decisión" de los nacionalistas
El diputado general de Guipúzcoa, el peneuvista Román Sudupe, manifestó ayer, tras el asesinato de Ernest Lluch, lo que otros políticos y observadores piensan de la secuencia de atentados contra destacadas personalidades del PSOE tras el fin de la tregua terrorista: "Busca impedir cualquier tipo de colaboración entre nacionalistas y socialistas". La lista se inicia con Fernando Buesa, asesinado en febrero, y continúa con Juan María Jáuregui, ex gobernador civil de Guipúzcoa, y José Ramón Recalde, ex consejero de Educación y de Justicia del Gobierno vasco, que salvó la vida tras recibir un disparo en la cara. En la relación habría que incluir también a José Luis López de Lacalle y a José Asenjo, secretario de organización del Partido Socialista de Andalucía, objeto de un atentado frustrado con bomba lapa.
Al margen de la diferente inclinación de cada uno de ellos hacia el entendimiento con el PNV, el que ETA se haya ensañado más con el primer partido de la oposición que con el PP no es casual. Atacando brutalmente a los socialistas ataja cualquier intento de aproximación a un PNV renuente a rectificar y, al mismo tiempo, le corta a éste la retirada política desde sus posiciones del Pacto de Lizarra por falta de alternativas. La desconfianza del mundo de ETA-HB hacia el sector institucionalista del PNV se mantuvo durante toda la tregua; y la posibilidad de que el partido de Arzalluz volviera a entenderse con el PSE se convirtió en obsesión tras su ruptura. En estas coordenadas se sitúa el asesinato de Fernando Buesa, el pasado mes de febrero, a quince días de las elecciones generales. Su postura de dureza y exigencia frente al PNV lo convertía en una víctima ideal para el propósito de cortocircuitar cualquier posibilidad de aproximación entre quienes fueron socios en el Gobierno vasco durante 12 años.
En estos meses han sido continuos los reproches del llamado MLNV a la "falta de decisión" del PNV para avanzar en el "proceso soberanista" e insistentes sus sospechas de que estaba lanzando cabos al PSOE para iniciar "un nuevo ciclo autonómico", como criticaba el último comunicado de ETA. El propio Joseba Egibar se esforzaba en una entrevista en Gara, el 22 de octubre, en tratar de despejar esos recelos: "No entendemos esa obsesión con respecto a los devaneos del PNV con el PSOE, porque no existe nada de nada". Sin embargo, esa preocupación tiene su sentido. La hipótesis de un PNV imposibilitado de pactar con los socialistas tras las elecciones autonómicas y en riesgo de perder el poder ante la entente PP-PSE es tremendamente atractiva para ETA.
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