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España quiere acelerar las negociaciones de ampliación de la UE

A grandes males, grandes remedios. El ministro de Exteriores español, Josep Piqué, reclamó ayer que "se aceleren las negociaciones de adhesión de los países de Europa del Este a la Unión Europea [UE]". El objetivo de Madrid es que se abran cuanto antes las negociaciones de los sectores más delicados por su impacto económico, como la agricultura, y, sobre todo, los fondos estructurales, porque España asumirá la presidencia de la UE el 1 de enero de 2002 y perderá en ese momento buena parte de su capacidad de presión.

El ministro Piqué afirmó ayer en Bruselas que el Gobierno se ha puesto ya en contacto con Suecia y Bélgica, presidentes de turno en 2001, para concretar esa aceleración. Se trata no sólo de una confirmación de la apuesta del Gobierno por la ampliación al Este de Europa, sino de un asunto de táctica negociadora. La Comisión Europea ha propuesto un calendario de negociación que, a juicio de Madrid, favorece de forma descarada los intereses de Alemania. Según ese calendario debería darse prioridad a tratar uno de los asuntos que más preocupa en Berlín: la libre circulación de trabajadores. Pero los capítulos con más efectos presupuestarios, como la agricultura o los fondos estructurales, quedarían aparcados hasta el final. España desempañará la presidencia europea cuando se decidan esos asuntos, por lo que se reduciría su capacidad de presión si respeta la tradición de que el país que preside se preocupa más del bien común que de los intereses propios.

Para Madrid hay un asunto de capital importancia: evitar que la entrada de una decena de países mucho más pobres eleve de forma teórica la renta española en relación a la media comunitaria de forma que todas las regiones pobres -salvo Andalucía y Extremadura- queden excluidas de las ayudas europeas por superar el 75% de la renta europea. Sería una mejora estadística pero no real, con consecuencias catastróficas.

Para evitar eso, España quiere que la negociación sobre los fondos empiece cuanto antes y los negociadores españoles puedan poner sus exigencias sobre la mesa antes de asumir la presidencia. Se trata también de presionar a países como Alemania negociando en paralelo el delicado asunto de la libre circulación de trabajadores.

Polonia, el principal país de la ampliación, se felicitó por el cambio de posición de Madrid. "Me congratulo de que países como España y Suecia coincidan al desear que se acelere la negociación", dijo uno de los pesos pesados del Gobierno polaco, el ministro de Asuntos Europeos y para la Integración, Jacek Saryusz-Wolski.

De visita de trabajo en Bruselas, Saryusz-Wolski confirmó la pretensión de su país de integrarse en la UE en 2003, algo difícil si efectivamente los asuntos más delicados de la negociación se retrasan hasta 2002 porque los expertos estiman que, una vez alcanzado un acuerdo, harán falta entre 18 y 24 meses para que los Estados miembros ratifiquen los tratados de adhesión. Un trámite que apenas duró medio año en las adhesiones en dos tandas de España, Portugal, Suecia, Austria y Finlandia.

Saryusz-Wolski advirtió de la ilegalidad de dejar a Polonia sin ayudas agrícolas, porque "sería contrario al Tratado y dañaría al mercado interior el que hubiera dos sistemas diferentes de ayudas". El ministro ratificó el compromiso de que sólo los agricultores que producen para el mercado, y no para autoconsumo, tengan derecho a percibir esas ayudas. "Los agricultores polacos ya saben que eso será así", aseguró.

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