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Tribuna:A DEBATE
Tribuna
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Contra la España plural CARME MIRALLES

Las infraestructuras son la traducción física de una opción política. Las decisiones sobre carreteras, ferrocarriles, aeropuertos y puertos, y la gestión del transporte público y privado, son siempre propuestas políticas, afectan a la organización de un país y a la vida de sus ciudadanos. Decidir qué puntos del territorio estarán conectados y cuáles no, establecer prioridades y jerarquías territoriales, es dar una forma física a unas propuestas políticas. Y nunca había sido tan claro.Las dudas, las propuestas y las contrapropuestas, los silencios administrativos, las inactividades, la falta de inversión, son algunas de las pautas que definen hoy la estrategia del Ministerio de Fomento en el área de Barcelona y en toda Cataluña.

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O por decirlo más claro: escatimar al aeropuerto de El Prat las inversiones necesarias e impedir que lleguen a él infraestructuras clave, como la alta velocidad o el metro, con la vieja estrategia de posponerlo para fases futuras indeterminadas; paralizar el plan director del aeropuerto; negar las subvenciones europeas suficientes que permitan la construcción de una nueva línea de metro; paralizar el Plan del Delta del Llobregat y con él las 12 infraestructuras que de manera coordinada se tenían que poner en marcha; invertir cada vez menos por habitante; impedir que la tan esperada tarifa única para todos los transporte públicos y colectivos en la región de Barcelona sea completa, porque Renfe, de competencia estatal, aún no ha decidido su inclusión, y además hacer exactamente lo contrario en Madrid, dende esta tarifa única funciona, donde en pocos años se han construido 54 kilómetros de metro y éste llega al aeropuerto de Barajas, que ha tenido una inversión media en el último quinquenio de 64.810 millones de pesetas, frente a los 13.930 que ha recibido El Prat, o como en Asturias, donde el ministro Álvarez-Cascos ha anunciado la integración tarifaria de los transportes colectivos: esto es hacer política, esto es potenciar esta España centralista y centrípeta. Todo lo contrario de esta España plural donde todos los ciudadanos sean personas que viajan en primera clase, donde no haya periféricos ni periferias, sino un territorio con unos ejes socioeconómicos bien definidos, con una lógica territorial integrada a Europa.

La opción política, aunque ilógica, es clara: arrinconar a la segunda ciudad de España y con ello debilitar uno de los ejes socioeconómicos más dinámicos del país y el más integrado en Europa. Con esta política no sólo perdemos nosotros, sino todos.

Carme Miralles es diputada al Parlament por el Partit dels Socialistes de Catalunya.

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