El futuro está escrito
Jóvenes licenciados de Cádiz se incorporan a proyectos sociales de su barrio, el Cerro del Moro
Raquel Caro, una licenciada en Químicas (25 años); su novio, Fran Díaz, psicólogo (25 años); y María Ángeles García, maestra (27 años) encarnan el éxito del proyecto ilusionante que puso en marcha la asociación de vecinos Primero de Mayo, del barrio del Cerro del Moro de Cádiz, una zona deprimida de la ciudad que va abandonando, deprisa, su carácter marginal. El barrio posee desde hace casi tres años un talismán: una biblioteca. Ésa fue una de las exigencias de los vecinos cuando, hace una década, se comenzó abordar la rehabilitación integral del barrio.La necesidad de disponer de una biblioteca se convirtió en obsesión. Querían viviendas nuevas y también un espacio que se convirtiera en el símbolo de la transformación del Cerro, que era el paradigma de las estadísticas más funestas: hacinamiento (5,7 personas por vivienda de media), un desempleo superior al 50% y una treintena de muertes provocadas por la heroína en la década de los noventa. Aún no disponen de cifras nuevas, pero en el barrio los cambios son evidentes. Ya está ejecutada más de la mitad de la rehabilitación.
La droga aún no ha desaparecido del todo pero ha dejado de ser una amenaza latente. Y la formación y, por tanto, las expectativas de futuro de los más jóvenes, han ido mejorando. Hoy, más de 500 estudiantes de este y otros barrios poseen una llave de la biblioteca, que abre las 24 horas. Nunca ha faltado un libro.
Durante dos horas cada tarde, Raquel y María Ángeles dan clase a dos grupos de 25 y 15 alumnos de quinto y sexto de primaria. En la biblioteca del barrio se conjuran los fantasmas del fracaso escolar y se espanta la desidia. Raquel estudió los dos últimos años de carrera en la biblioteca, que dispone de 3.950 libros catalogados y otros 300 por catalogar.
Ahora, una vez licenciada, se ha implicado a fondo en cuantos proyectos se le plantean. "Pretendemos que los chavales que acaban sexto de primaria salgan del curso con una formación complementaria. No son clases de recuperación, sino de apoyo, de enseñarles a consultar los libros, resolver sus dudas, a compartir sus problemas escolares con otros compañeros. Lo que nos parece más importante es que cuando vayan acabando ciclos y cuando acaben el colegio, que hayan cogido el hábito de estudio necesario", explica Raquel, que en la biblioteca, además de estudiar, ha hecho un buen grupo de amigos.
Para Enrique Blanco, presidente de la asociación de vecinos, lo importante es que los más jóvenes "asuman que esto es algo más que una biblioteca, que es un enganche de futuro".
Por eso, Blanco sólo les pide una cosa: "Que cuando acaben, estén licenciados y tengan su trabajo, le dediquen un rato de su tiempo a los que tienen más dificultades, para que la cadena de la solidaridad nunca se rompa en este barrio".
Los proyectos no se limitan a la biblioteca, que ha recibido fondos bibliográficos del 90% de las autonomías; del Círculo de Lectores, cuyo presidente, Hans Meinken, acudió al barrio con 300 ejemplares debajo del brazo; o de las instituciones, entre ellas el Ayuntamiento, que concede 350.000 pesetas para libros técnicos.
El programa Hoy por Hoy de la cadena SER le entregaba esta semana un lote de 100 novedades editoriales. Fran Díaz coordina, junto a otros 15 jóvenes el proyecto Imagina, una iniciativa "de prevención" para que los chavales cambien la calle por los juegos, la expresión corporal o los talleres de medio ambiente. "Somos un barrio de trabajadores y que trabaja", dice, orgulloso, Blanco.
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