Darwin acude a la universidad
Plantea el autor la necesidad de un pacto global para romper con la endogamia en los departamentos universitarios.
Entre los comentarios sobre la situación de la universidad en España que ha suscitado el informe Bricall, estos meses pasados se ha podido seguir un cruce de opiniones acerca de los procesos de selección del profesorado universitario. Las fechas, tan alejadas de la actividad académica ordinaria, propician que esta cuestión acabe sepultada por el olvido. Sería conveniente que no sucediera así, porque se trata de un problema grave hasta ahora escandalosamente desatendido, aunque su resolución sea decisiva para el futuro de la sociedad española.A mediados de agosto el profesor Mariano Fernández Enguita publicó un artículo en el que ponía de manifiesto distintos hábitos que posibilitan que las plazas de profesorado, pese a salir a concurso público, acaban siendo ocupadas por candidatos del departamento en el que son convocadas. Su diagnóstico resultaba bastante ilustrativo: "Sinceramente, calificar lo que está sucediendo como endogamia es quedarse corto. Dada la intensidad de la relación habitual entre juzgadores y juzgados, sería más correcto hablar de incesto, y, a la vista del último paso, la casi plena autosuficiencia del candidato procede hablar de reproducción hermafrodita e incluso asexual, o partenogénesis" (EL PAÍS, 16 de agosto de 2000). Para acabar con estos hábitos proponía que ningún miembro del departamento para el que se selecciona al profesor formara parte del tribunal. Jaume Porta, rector de la Universitat de Lleida, contestó al profesor Mariano Fernández Enguita arguyendo que las prácticas endogámicas en la universidad no son necesariamente injustas, incompatibles con "los principios de igualdad, capacidad y mérito" (EL PAÍS, 29 de agosto de 2000), y defendió casi el mismo protagonismo de los departamentos en la selección de personal docente que el protagonismo con el que cuentan las empresas privadas en la selección de su personal. Más recientemente Gabriel Tortella, catedrático de la Universidad de Alcalá, recordaba a Jaume Porta que la Universidad es una institución pública (EL PAÍS, 15 de septiembre de 2000).
El asunto no me es ajeno. Después de aprobar mi tesis doctoral hace cuatro años sigo apartado de la universidad. Aún así trataré de evitar el resentimiento. No voy a rebatir que los procesos endogámicos puedan resultar justos en las instituciones públicas, o a declararme una de sus víctimas. La mejor opción es sobreponerme y aprovechar la perspectiva. Desde la distancia es posible ampliar el debate expuesto a fin de valorar, más allá de las injusticias que puedan estar cometiéndose en el ámbito universitario, las consecuencias sociales de la endogamia docente; y reivindicar de paso la libertad como condición imprescindible para un pensamiento liberador, no sujeto a intereses particulares.
El diagnóstico del profesor Mariano Fernández Enguita sugiere que los procesos de selección de personal docente en la universidad española pueden tratarse en términos biológicos. Siendo así, parece oportuno volver a los clásicos razonamientos contenidos en la exposición de la evolución de la vida que llevó a cabo Darwin. Ha de suponerse que si resultan esclarecedores para describir lo que sucede en los departamentos universitarios, será posible comprender la contribución de la endogamia en la universidad a la expansión y al mantenimiento del saber en la sociedad, al igual que la teoría de Darwin hace posible comprender la contribución de los fenómenos naturales al mantenimiento y expansión de la vida en el medio ambiente.
El núcleo de la exposición de Darwin sobre la evolución de la vida puede resumirse en las siguientes afirmaciones:
1.-Un cuerpo vivo tiende a reproducirse igual a sí mismo.
2.-Pero la reproducción natural no genera copias perfectas. Si fuera así la vida se mantendría invariable desde su origen. En lo reproducido se introducen modificaciones accidentales con respecto al reproductor, que tendrán mayor probabilidad de transmitirse a sucesivas generaciones cuanto mayor sea su adecuación al hábitat. Por consiguiente, la acumulación de variaciones ventajosas, a lo largo de generaciones tendrá como consecuencia una mayor diversidad y un perfeccionamiento de la relación de los seres vivos con el medio ambiente.
3. -Pero las variaciones ventajosas no se acumulan siguiendo las líneas de sucesión que origina cada uno de los cuerpos vivos existentes. Si fuera así surgiría una diversidad casi infinita de cuerpos vivos. Salvo excepciones correspondientes a formas de vida poco evolucionadas, un cuerpo vivo se reproduce mediante la intervención de otro cuerpo vivo, lo que contribuye a extender y afianzar las variaciones ventajosas, generando caracteres compartidos, que se estabilizan a lo largo de generaciones y dan lugar a las distintas especies. Al expandirse las especies para ocupar, en competencia unas con otras, el espacio natural que les es propicio, se maximiza la cantidad de vida que puede acoger el medio ambiente.
A partir de la tercera afirmación resulta inteligible que la introducción en una línea sucesoria de variaciones ventajosas consolidadas en otra línea cercana evite la degeneración de las especies, expuestas como están a perder accidentalmente las variaciones que accidentalmente han adquirido: "En los animales y plantas el cruzamiento entre variedades distintas o entre individuos de la misma variedad, pero de otra estirpe, da vigor y fecundidad a la descendencia, y, por el contrario (...) la cría entre parientes próximos disminuye el vigor y la fecundidad". (Cherles Darwin. El origen de las especies. Cap IV.3).
La traslación de estas afirmaciones sobre la evolución de la vida a otras similares sobre la evolución del saber es adecuada siempre que se marque la tendencia del saber hacia el consenso frente la tendencia de la vida a la lucha con el medio.
1.-El saber adquirido por un profesor tiende a reproducirse igual a sí mismo al ser transmitido a los alumnos.
2.-Pero el saber adquirido por el alumno no es una copia perfecta del saber transmitido por el profesor. Cada alumno tiene la obligación de investigar por sí mismo para resolver las incógnitas que el saber del profesor deja sin respuesta. En la medida en que las soluciones sean adecuadas a criterios racionales, tendrán mayor probabilidad de transmitirse a sucesivas generaciones. Por consiguiente, la acumulación de soluciones a lo largo de generaciones docentes tendrá como consecuencia una mayor diversidad de campos de investigación y un perfeccionamiento del saber en cuanto a su capacidad de ofrecer respuestas.
3.-Pero las soluciones no se acumulan siguiendo las líneas de sucesión que origina cada uno de los profesores. Salvo excepciones correspondientes a formas de saber escolares, un saber se reproduce mediante el debate entre seres dotados de inteligencia, lo que contribuye a extender y a afianzar las soluciones, generando modos de pensamiento comunes, que al estabilizarse a lo largo de generaciones dan lugar a las distintas disciplinas científicas. Al expandirse las disciplinas para resolver las incógnitas que se les plantean, en diálogo unas con otras, se maximiza la cantidad de saber que pueden generar los problemas que alcanza a plantearse la conciencia humana.
La inclusión en un departamento de un profesor formado en otro departamento, cuyas investigaciones se orientan en la misma línea, pero que ha obtenido otros hallazgos, favorece la riqueza del debate. En un departamento sometido a la endogamia a lo largo de varias generaciones docentes las incógnitas serán cada vez más particulares y el aprovechamiento de los hallazgos por otros investigadores menos inmediato, cuando no imposible. Una universidad endogámica en la que se siguiera investigando acabaría convirtiéndose en una gigantesca Torre de Babel; cada departamento hablaría un idioma. La contribución a la expansión y al mantenimiento del saber sería nula, ya que los hallazgos sólo serían aprovechables por los propios investigadores del departamento en el que se producen.
Ante la falta de cumplimiento de su cometido, los integrantes de la universidad endogámica pueden optar por dos salidas para mantener su credibilidad ante el resto de la sociedad. La primera consistiría en dejar de investigar; reiterando en la transmisión de un saber que acabaría elevado a dogma incuestionable. De esta manera se aseguraría al menos el mantenimiento del saber, pero se trataría de un saber rígido. La segunda consistiría en parasitar los hallazgos de las universidades no endogámicas, captando sus hallazgos. Esta segunda salida aseguraría la expansión del saber, pero se trataría de un saber inconsistente.
Podría argüirse que en un mundo globalizado, para una sociedad como la española es suficiente una universidad endogámica, ya que transmite un conjunto de verdades que nunca dejarán de serlo, y ya que en un plazo u otro acabará por incorporar las innovaciones más relevantes que se produzcan en los países avanzados. Falso. No es casualidad que las universidades de países líderes, como Estados Unidos o Alemania no sean endogámicas. Del esfuerzo realizado dentro de la universidad para una renovación continuada del saber se beneficia de inmediato el entorno social más próximo. No sólo por la aplicación práctica de los hallazgos. Principalmente por la demostración de que mediante la inteligencia y el diálogo respetuoso pueden conquistarse logros válidos para cualquier ser humano.
En España la transición hacia una universidad que cumpla su cometido debe ser tan firme y decidida como lo fue la transición hacia instituciones políticas democráticas hace 25 años. Urge un pacto global para que ningún candidato pueda optar a una plaza en su departamento. No se trata de que los departamentos pierdan protagonismo en la elección, sino de que se valore la aportación al debate interno del futuro profesor. Mientras tanto España seguirá a la sombra de otras potencias.
Luciano Miguel García es doctor en Sociología.
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