Un círculo bastante redondo
Muchos lo comentan en privado: las jornadas del Círculo de Economía deben mantener lo actual, quizá retomando el espíritu más informal de años atrás, pero tendrían que incorporar algunos debates más técnico-prácticos para los empresarios y, al tiempo, colocar a más jóvenes en las mesas y en la propia entidad.El último encuentro del círculo, clausurado el sábado, se cerró con éxito notable: los asistentes escucharon al presidente del Gobierno y a varios ministros, dialogaron con líderes empresariales de primera fila, y muchos reconocen haber aprendido y disfrutado con Javier Solana, responsable de política exterior y seguridad de la Unión Europea, y con Josep Piqué, el titular de Exteriores y hombre de la casa. Una vez más este foro ha revalidado su condición histórica de red entre las administraciones y el mundo económico.
Los debates de los pasados viernes y sábado tuvieron nivel e interés: impuestos, precios, concentración empresarial, competencia, política exterior e intereses comerciales.
Muchos asistentes casi se lastimaron las manos de tanto aplaudir a los ponentes. Y es que, pese a los síntomas de enfriamiento, las cosas van razobablemente bien en el terreno económico. No sorprende, porque hicieron lo mismo con Felipe González -el polítítico que posee aún el récord del aplausómetro en estas jornadas- cuando acudió, solo o en compañía de sus ministros de Economía: primero Miguel Boyer y Carlos Solchaga cuando las cosas comenzaban a mejorar o iban bien; luego con Pedro Solbes, en el momento en que empezó a enderezar la torcida economía tras la famosa sinceración fiscal, la forma de reconocer el verdadero déficit fiscal, y también cuando se abandonó la política de peseta fuerte, tan costosa para las empresas.
Pero, si se habla de nuevas tecnologías, ¿ha cuajado suficientemente en este foro la mayonesa de innovadores, descorbatados, a medias sabios y a medias profetas que constituye la salsa de estos nuevos sectores? El propio presidente del círculo, Salvador Gabarró, dijo muy claro ante el auditorio al presentar al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro: "Vamos a ver que los clientes se saltan a las direcciones comerciales y hacen sus pedidos directamente a la línea de producción a través de Internet. Estamos viendo ya que nuestros clientes no nos llaman por teléfono para reclamar un pedido porque pueden ver en sus ordenadores si ha salido su envío. Vamos a ver cómo cambia todo esto y cómo influye en la dirección y en el personal de las empresas".
Los asistentes mostraban su satisfacción por el hecho de que se sigan produciendo debates informales. Es una tradición que ha recogido jugosos frutos, como las encendidas polémicas entre el entonces jovencísimo e incisivo diputado Josep Borrell y el pulcro y pausado Carlos Ferrer Salat, entre el heraldo del ultraliberalismo Pedro Schwartz y el profesor Enrique Fuentes Quintana, entre el empresario Miguel Torres y el ministro Carlos Solchaga, y más recientemente entre el profesor Josep Jané y el vicepresidente del Gobierno Rodrigo Rato.
Este año el tono más informal lo han aportado -quizá con menor pasión- el propio presidente del Gobierno, José María Aznar, y el ex presidente del Banco de Sabadell Joan Corominas, en una discusión corta pero intensa acerca de la supresión del impuesto de patrimonio. Y desde el ángulo político, la viveza del debate ha corrido a cargo de la ministra Anna Birulés y el alcalde de Barcelona, Joan Clos, con su rifirrafe cordial (Madrid-Barcelona al fondo) acerca de si debe potenciarse una zona desde el Gobierno o basta con espabilarse para tener un lugar bajo el sol.
Probablemente el doble reto para las próximas ediciones sea una incorporación masiva de las nuevas generaciones y una mayor intensidad en los debates práctico-sectoriales.
Algunos temieron que anteriores apuestas, como la adoptada hace tres años al trasladar la sede (y cambiar el nombre) de las jornadas, de la Costa Brava al Garraf, las deteriorase. No ha sido así. Para ventura del debate político-económico en Cataluña.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.