El Defensor del Menor y la metadona
He sabido por su periódico de las acciones emprendidas por el Defensor del Menor para proteger la salud de los hijos de drogadictos tratados con metadona (primero se habló de quitarles preventivamente la custodia de los hijos, y ahora, de que los servicios sociales controlen la convivencia familiar de los chiquillos). Y considero que tales acciones, a la vista de los dos sucesos que las han provocado, son inadecuadas y contraproducentes.Afirmo esto porque, aun tratándose de intoxicaciones por metadona, poco tiene que ver con la muerte en Murcia de un niño de dos años que en un descuido familiar se bebió dicho medicamento con el fallecimiento en Madrid de un chaval de 12 años cuya madre le dio metadona para calmarle un dolor de muelas.
En el primer caso (Murcia) nos hallamos ante un grave accidente casero de los miles que a diario se registran en España en hogares desfavorecidos (con o sin metadona) y cuya prevención, obviamente, no pasa por dejar de utilizar el potencial agente causal (sea la lejía o el tubo de pasta dental), ni por fiscalizar convivencias familiares, sino por intervenciones educativas o de apoyo social.
Sin embargo, en el segundo caso (Madrid) lo que hay es una conducta inapropiada de la madre ante un problema frecuente (dolor de muelas del niño), automedicación que es preciso poner en relación con la previa experiencia materna (los drogadictos tienen la dentadura fatal) y con la deficiente cobertura dental de la Seguridad Social.
Por ello, considero que el Defensor del Menor, antes de emprenderla contra la metadona, debería comprobar el cumpliminto de la Ley del Menor en lo referente al acceso efectivo de los hijos de padres drogadictos a prestaciones tales como selladores en las muelas para prevenir la caries o los empastes cuando lo necesiten, y no cuando la Administración quiera, o a intervenciones de apoyo social (visitas domiciliarias, recuerdos telefónicos) para prevenir accidentes, y si todo esto se hace con la debida publicidad para que los servicios lleguen a este colectivo sin riesgo. ¿Por qué, señor Defensor del Menor, no propone estas acciones de verdadera ayuda al débil (el menor y sus padres enfermos) y reconsidera otras que pueden provocar el abandono de la metadona y la marginación y muerte precoz del enfermo, que era el desenlace habitual hasta hace bien poco tiempo? -
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