"La arquitectura de calidad es la que llega a emocionar"
Reconocido internacionalmente como uno de los arquitectos más prestigiosos, el portugués Álvaro Siza defiende a través de su obra la comunión de las construcciones con el entorno donde se ubican. Ha sabido, a lo largo de los años, presentar la arquitectura como un conjunto impregnado de las influencias de las más diversas artes. Pero nunca se ha permitido olvidar la vocación de servicio que considera indispensable en cualquier trabajo arquitectónico. Por eso no ha dudado rechazar en varias ocasiones proyectos que no consideraba justos para con la ciudad de donde partía la propuesta. Álvaro Siza aceptó la ejecución de un proyecto en el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, pero la oposición de ecologistas y Administración mantiene paralizada la idea.Pregunta. ¿Cuál es el papel de la arquitectura en un mundo donde el dinero cada vez manda más?
Respuesta. Eso no es una particularidad de la arquitectura. Basta con ver, por ejemplo, las elecciones en Estados Unidos en la que cada candidato gasta miles de millones. La obligación del arquitecto sigue siendo la de servir a sus edificios, porque la arquitectura es un servicio. Y la arquitectura de calidad es la que, cumpliendo con esa condición imprescindible de servicio, llega a emocionar, a proponer serenidad.
P. ¿Ha rechazado algún proyecto porque no se ajustaba a su ética personal o profesional?
R. Sí, varios. No sé si fue por ética o porque no me agradaba el proyecto en sí, porque no me parecía conveniente para la ciudad.
P. ¿Cree que el renombre de algunos arquitectos es a veces más importante que su obra?
R. Eso depende de cada autor. Ser utilizado en ese sentido, como autor, si es para un proyecto justo para la ciudad, no me importa. Cuando se trata de algo que considero conveniente o justo no me importa cuál es el origen de la invitación.
P. ¿Se puede hablar de una arquitectura para el siglo XXI?
R. No se puede hablar nunca generalizando. Hay sitios donde el nivel de desarrollo es muy distinto. Eso es un problema universal que empieza a afectar incluso a los lugares que se suponen más desarrollados. Por eso, se dan condiciones muy distintas para construir. Pero también está la lucha, unas veces equivocada y otras justa, de mantener la autonomía propia de cada cultura.
P. La arquitectura ha servido en muchas ocasiones para ensalzar al poder, ¿sigue siendo así?
R. Sí, siempre ha sido así. La arquitectura no se puede separar de eso y de ahí surge también muchas veces cierta cacofonía en las ciudades. Muchos de los grandes edificios los han hecho grandes tiranos. Ahora estamos en un periodo de transición en el que hay un choque de intereses que un día tendrá que encontrar una vía. En una ciudad debe de existir la continuidad.
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