La batalla sin piedad por el voto judío

Hasta el último momento Lazio trató de arrebatarle a Hillary una de las claves en las elecciones por Nueva York: el voto judío. En estas últimas semanas, el republicano intentó utilizar los sentimientos ambivalentes de esta comunidad tradicionalmente demócrata hacia una primera dama que, antes de presentarse a las elecciones, había mostrado ciertas simpatías por la causa palestina. Los últimos sondeos mostraban, sin embargo, que Hillary se llevaba el 60% de estos votantes. El voto judío representa el 20% del electorado (un millón de personas) de la ciudad de Nueva York y algo más del 10% en todo el Estado, un botín imprescindible para un candidato demócrata y un factor que trajo a estas elecciones locales los últimos acontecimientos en Oriente Próximo.

El pasado domingo, Lazio seguía acusando a la primera dama de haber aceptado contribuciones de asociaciones de árabes norteamericanos, 50.000 dólares que la candidata demócrata tuvo que devolver ipso facto hace dos semanas al conocerse que algunos de los miembros de estos grupos moderados alentaban la lucha armada contra Israel. Lazio llegó incluso a utilizar el atentado contra el buque norteamericano Cole en Yemen para lanzar una intensa campaña telefónica y a acusar a Hillary Clinton de haber aceptado "dinero sangriento". La iniciativa fue tan criticada que el candidato republicano se vio obligado a dar marcha atrás.

Para captar este electorado, ambos se saltaron a la torera la política exterior norteamericana. La primera dama reiteró ante las asociaciones judías de Nueva York su apoyo incondicional a Israel, pese a que su marido tiene pendientes esta semana dos entrevistas con Yaser Arafat y Ehud Barak. Y Lazio pidió al Gobierno norteamericano que traslade su Embajada de Tel Aviv a Jerusalén, tema sobre el que Washington no quiere pronunciarse.