Jugar con fuego
El viernes se conocieron dos noticias importantes y otra que es más difícil de calificar, pero que no carece de interés. Empecemos por lo gordo. Un documento de los nacionalistas vizcaínos recogía un encuentro, celebrado en septiembre, de Ibarretxe con Otegi. En el orden de los hechos -y aquí está la primera noticia-, se llegaba a la conclusión siguiente: ETA ha sufrido una transformación radical. Los terroristas de nuevo cuño, surgidos de la kale borroka, son jovencísimos, iletrados y promiscuos en su ejercicio de la violencia. La falta de coordinación entre ellos es absoluta y deliberada y, presumiblemente, se dedicarán a asesinar sin tasa durante, por lo menos, diez años.El mensaje es impresionante. Pero también resulta notable el tono del informe. Se habla de los etarras de última generación como si fueran androides programados y sin cerebro. Da la sensación de que persistirán en su diligencia mortífera caiga quien caiga y caiga lo que caiga y que la única manera de reducirlos es desmontarlos. Recordemos que la fuente no es Interior. Es... Otegi.
La segunda noticia de calado, relacionada también con el informe, es un enfrentamiento neto y colegiado -detalle importantísimo- de los peneuvistas vizcaínos con Arzalluz / Egibar. Se admite que podrían perderse las elecciones, se reitera lo insostenible de la situación en el Parlamento autónomo, etcétera, etcétera... Se especula, por supuesto, con una alianza con los socialistas. Y existe parquedad en el análisis: no se sacan las consecuencias políticas, aunque parece que éstas están cantadas.
Tercer punto de la jornada memorable: breve entrevista a Arzalluz en el periódico económico Il Sole 24 Ore. ¿Qué decía Arzalluz? Volvía a lo del Rh negativo, afirmaba no conformarse con menos que la independencia y mencionaba asimismo una alianza con los socialistas. Desmentía, por cierto, fisuras serias en la sociedad vasca. Me tomé la molestia de localizar el diario -la entrevista se había publicado el jueves- y realmente valió la pena leer el documento original. Estaba claro que al entrevistador, L. Mais, Arzalluz se le había antojado un orate. En efecto, no es evidente que Arzalluz esté en sus cabales. Pero es evidente que sigue mandando en el PNV. O, por lo menos, no es evidente que haya dejado de hacerlo.
Ahora hagamos balance. En este momento, el control del PNV sobre ETA es... cero. Y no porque haya desacuerdos parciales, sino porque se ha puesto en marcha, adrede, un mecanismo de devastación indomeñable e incoercible. Al tiempo, los peneuvistas han virado hacia los socialistas. Se desconoce, sin embargo, qué significa este giro. Los vizcaínos podrían desear la alianza con los socialistas para volver al Estatuto. Arzalluz los reclama para volar la Constitución e impulsar la independencia. En ninguno de los dos casos, tengámoslo siempre presente, existen garantías de paz, porque ETA ha estallado como una granada. ¿Qué pueden hacer los socialistas?
Los socialistas operan al compás de dos pulsiones, una inteligente y otra obtusa. La inteligente es que conviene dar salida a un PNV con disidencias internas importantes. La obtusa es que hay que empezar a moverse desde ahora mismo. Lo último es obtuso, porque no se sabe cuál sería el beneficiado de ese movimiento: si los disidentes o Arzalluz. Precisemos: lo será Arzalluz mientras continúe al mando. Es imprescindible, en consecuencia, aguardar a que el PNV se decante. En parejo sentido -asperezas aparte-, hay más lógica, más coherencia, en los populares.
Y no hemos mencionado, ¡ay!, lo más importante. Lo más importante, quizá pronto lo más urgente, será comprobar hasta qué extremo aguanta la opinión en el resto de España. Vamos a vivir trances dolorosos, incomprensiblemente sangrientos. Evitar una sobrerreacción que pudiera llevarse por delante al sistema va a ser tan decisivo como reconducir las cosas dentro del País Vasco. Los que acusan a Aznar de inmovilismo están ignorando, a mi entender, esta circunstancia. El peligro no es que se pase Aznar -no se ha pasado en nada irreparable hasta la fecha-, sino que acabe emparedado entre la izquierda y una derecha desafecta. Existe un precedente: Suárez. Vale más no jugar con fuego.
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