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Los espías abren sus puertas

El servicio secreto alemán intenta mostrar transparencia y justificar su existencia

Pilar Bonet

El servicio de espionaje alemán, el Bundesnachrichtendienst, o BND, entreabrió sus visillos esta semana con un seminario sobre la guerra de la información moderna: las nuevas amenazas y posibilidades ofensivas que Internet presenta a los defensores del Estado occidental. Unos 500 representantes de servicios de espionaje de más de 30 países, desde España a Rusia y el FBI norteamericano, responsables de estrategias de seguridad de empresas de vanguardia como Siemens, y militares de la OTAN se reunieron en Pullach, un pueblo cercano a Múnich, donde reside el BND.El seminario no se celebraba en la central, sino en el centro cívico de Pullach. "No tenemos una sala con tanta capacidad, porque hasta ahora no la habíamos necesitado", explicaba la portavoz del BND, Lydia Rauscher. A pocos metros, un rótulo, que por la noche se ilumina con luces de neón azul, indicaba la entrada principal del BND. El rótulo, que se instaló en 1997, fue un paso en una controlada apertura, motivada por la necesidad de explicar de qué se ocupa el espionaje de un país europeo occidental tras la guerra fria.

El temario de la reunión de Pullach era amplio: desde las batallas de Internet entre la OTAN y los serbios en la guerra de Kosovo hasta la aplicación del arte de la guerra a las nuevas concepciones de la pugna psicológica de China contra Taiwan.

El BND invitó también a periodistas. Representantes de los medios de comunicación y espías estaban juntos, pero no revueltos. Unos estaban en el gallinero. Los otros, en el patio de butacas. Encuentros cara a cara, sólo con cita previa y escolta del BND.

Al BND le duele el bolsillo. Reclamar más medios, en época de austeridad presupuestaria, exige que los gobernantes crean en la existencia de nuevas amenazas: terrorismo internacional, proliferación nuclear, emigración ilegal, criminalidad organizada o el ataque cibernético. El BND tiene una página en Internet (www.bundesnachrichtendienst.de) y ha publicado un folleto sobre su trabajo, que depende de la Cancillería Federal, en Berlín.

"Los ordenadores, los piratas informáticos, los virus y los caballos de Troya se convierten en parte de los enfrentamientos entre los estados o en el interior de los estados", manifestó August Hanning, el presidente del BND. Según el jefe de los espías alemanes, los grupos fundamentalistas, los anarquistas y los servicios de espionaje muestran un creciente interés por la "criminalidad cibernética". La naturaleza de Internet hace que la frontera entre seguridad exterior e interior de un país se desdibuje. Lo mismo ocurre con las competencias de los organismos responsables, y con la división entre "amenaza militar y civil", dada la dependencia de las infraestructuras militares de otras civiles, a menudo no estatales.

Hanning abogó por una mayor adaptación de sus servicios al papel más activo que la RFA desempeña hoy en política exterior y a la posición económica, dependiente de la exportación. La guerra cibernética tiene futuro. Según el secretario de Estado del Ministerio de Educación e Investigación de Alemania, Uwe Thomas, la delincuencia relacionada con ordenadores en la RFA ha pasado de 13.898 casos en 1993 a 45.359 en 1999.

Enemigo de todo tipo de censura y parcelación comercial de la red, la nota exótica del seminario la puso el pirata Andy Müller-Maguhn. "El BND es una institución que se dedica a espiar las vías de comunicación y vive de explotar la inseguridad del sistema, pero no de ayudar a la sociedad a construir sistemas más seguros", afirmaba el pirata. A su lado, un solícito funcionario del BND le ofrecía café. "Estoy aquí porque quiero motivar a una institución que pertenece al basurero de la historia a que adopte una posición que tenga sentido en la sociedad", explicaba a este periódico Müller-Maguhn.

El BND, que cuenta con algo menos de 6.000 empleados, necesita "colaboradores jóvenes, flexibles y motivados" en el campo de la electrónica y la informática, entre otras materias. Además, traductores de chino, turco, kurdo y farsí, según el anuncio publicado hace poco en la prensa alemana. "Hasta hace dos años no teníamos problemas de personal. Hoy, dada la demanda, no podemos pagar a los especialistas los sueldos de la industria privada", explicaba Lydia Rauscher. En abril, una parte del BND se trasladará a Berlín.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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