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Mala suerte, Hassan

Mi vecino se llama Hassan, nació en Marruecos y, por lo tanto, ahora es "magrebí" porque, como todo el mundo sabe, hablar de marroquíes en Almería puede entenderse mal.Hace seis años se sumó a la gran cantidad de trabajadores inmigrantes que, sin llevarse muchas medallas, ayudaron (y mucho) a lo que se ha dado en llamar el milagro económico que han llevado a cabo los agricultores almerienses.

En uno de los maravillosos sistemas de regulación de las migraciones llamados "cupos" que se pusieron en marcha allá por el año 1997, Hassan dejó de ser "ilegal", o sea, sospechoso de todos los males sociales que aquejaban el barrio donde vive. Consiguió su permiso inicial de trabajo y lo ha renovado gracias a haber pagado religiosamente los "sellos" todos los meses, amén de haber conseguido el "favor" de la oferta de trabajo.

Pero Hassan tuvo la mala suerte de continuar siendo magrebí allá pasado el mes de febrero. Aquello pasó (o al menos eso dicen) y hubo muchos buenos propósitos por parte de todos. Uno de ellos se materializó en una propuesta de COAG, un proyecto esperanzador que ponía el dedo en la llaga de los problemas reales de la mano de obra inmigrante en la provincia: unir oferta de empleo con un alojamiento digno y el cumplimiento del convenio colectivo del campo para temporeros que entraran en un circuito nacional de trabajo, sacando adelante campañas agrícolas consecutivas.

Así, Hassan, que hace un año reagrupó a su mujer y trabaja todo lo que puede, pensó en aprovechar la oferta y trabajar en otras provincias durante el verano cuando apenas hay trabajo en el campo almeriense. Pero, ¡mala suerte!, es magrebí, y la primera puesta en práctica de ese proyecto de COAG se concretó en el traslado a Lérida de cierto número de trabajadores sólo de color negro (perdón, ahora se dice morenos, que nos parece menos ofensivo). Mala suerte, Hassan, porque aunque el color de la piel, naturalmente, no importa a nadie, sí indica, según los organizadores, que las personas de Nigeria, Camerún o Mauritania son más cercanas culturalmente entre sí (debe ser que esta hipótesis se hace en base a que son del mismo color, ya que por compartir no comparten ni el idioma) que cualquiera de ellas con un marroquí, aunque alguno de ellos sea de países colindantes, o que yo mismo. En fin, a probar por otro lado.

Comienza la campaña y COAG hace una oferta de empleo para 100 hombres (¡ojo!, sólo hombres) con contrato, alojamiento a descontar de la nómina y cumplimiento del convenio. Muy bien pero mala suerte de nuevo, la oferta sólo va dirigida a trabajadores de países subsaharianos, América Latina y países del Este, y Hassan es marroquí (aunque en este caso daba igual que hubiera sido asiático, porque también estaban excluidos). Mala suerte, Hassan, en la encuesta previa se ha preguntado a los agricultores si existen preferencias sobre la nacionalidad (porque esto es importantísimo para el trabajo) y todo el mundo sabe lo mal que se han portado los marroquíes últimamente (incluso se atreven a reivindicar sus derechos laborales). Es sólo mala suerte, Hassan, ¿quién tiene la culpa de que se haya caído del Código Penal el artículo 314, que penalizaba la discriminación en el empleo por motivos de sexo, pertenencia a una etnia, a una nación...?

Poco después, su mujer podía haber trabajado en un almacén de esos de manipulado pero, haciendo gala una vez más de una clarividencia genial, la propuesta (esta vez de Asaja) es traer a otras mujeres directamente desde Marruecos, con permisos de ida y vuelta, por el bien de las trabajadoras.

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Así, Hassan, lo siento pero quizá no tengas más ofertas de empleo, a no ser que te encuentres con uno de los muchos agricultores que no están entrando en el juego, que tienen buena memoria y que lo que buscan en un trabajador es seriedad, experiencia... al margen del lugar en que haya nacido. Y si te quejas de lo que está pasando, si te parece que hay que revisar los sueldos, la "vivienda" que dejan alquilar... y piensas en buscarte la vida en otra parte de España, has de saber que los que vengan detrás de ti, para evitar que puedan hacer lo mismo, quizá sólo reciban permiso para trabajar un tiempo determinado y con un jefe determinado.

Mala suerte, Hassan. Sé que te podrá parecer este escrito falto de esperanza y sobrado de acidez, pero ¿qué quieres que te diga?, ¿que no me parecen propuestas que solucionen los problemas?, ¿que así nunca podrá satisfacerse lo que quieren tanto los trabajadores inmigrantes como los agricultores y que de una vez por todas los primeros puedan trabajar como personas y los segundos sacar adelante sus productos sin problemas? ¿que la forma de asegurar la permanencia de trabajadores con experiencia es mejorar sus condiciones de vida y no empeorar su situación documental? ¿Debería decir que actitudes como éstas no hacen más que entorpecer la convivencia una vez más? Pues tienes razón, Hassan, pero lo hemos dicho tantas veces que no sólo no lo entienden o no nos hacen caso, sino que además se molestan y si no, al tiempo.JUAN ANTONIO MIRALLES ORTEGA

Juan Antonio Miralles Ortega es director de la Asociación Almería Acoge.

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