Ruiz Polanco replica a un etarra que le amenazó de muerte: "Si no fuera juez, le daría dos hostias"
El presunto etarra Harriet Iragi amenazó ayer de muerte a Guillermo Ruiz Polanco, juez de la Audiencia Nacional, cuando éste trataba de interrogarle sobre su participación en el asesinato de José Luis Martín Carpena, edil del PP en Málaga. Iragi se negó a declarar y, tras culpar al juez de la situación en Euskadi, le espetó: "Cuando esta tarde asista al funeral [el del magistrado José Francisco Querol, que fue por la mañana], dígales a sus compañeros que usted va a ser el próximo". Ruiz Polanco le replicó: "Si yo no fuera juez y usted no estuviera esposado, le daría dos hostias".
En el acta
El juez Guillermo Ruiz Polanco hizo constar lo ocurrido en el acta y anunció que lo pondrá en conocimiento del Servicio de Inspección del CGPJ a los efectos convenientes. Por su parte, el presidente de la Audiencia Nacional, Clemente Auger, convocó para mañana, jueves, una reunión de la Sala de Gobierno con el fin de tratar el asunto. Independientemente de la denuncia o querella que Iragi pueda interponer contra él, Ruiz Polanco podría ser expedientado por una falta de consideración hacia un ciudadano, por más que éste sea un terrorista y previamente le hubiera amenazado de muerte. Los hechos se iniciaron hacia la una de la tarde. Ruiz Polanco había notificado varios procesamientos a los etarras Jesús Arcauz Arana, Josu de Mondragón; Miguel Ángel Cervera, Kurika, y José María Novoa Arroniz. A continuación tenía previsto interrogar a los integrantes del comando Andalucía, Harriet Iragi y Jon Igor Solana Matarrán, sobre su supuesta participación en el asesinato de José Luis Martín Carpena, concejal del PP en Málaga.
En el sumario constan los informes balísticos que indican que la pistola Astra incautada a los imputados fue el arma que se disparó contra el edil y también los dictámenes periciales dactilográficos, según los cuales se identificó una huella del dedo medio de la mano derecha de Iragi en el coche MA-1679-BW utilizado, igual que otra huella del dedo índice de la mano derecha de Solana.
En el despacho del juez estaban también el fiscal Jesús Alonso, la secretaria judicial María Mariscal de Gante, un funcionario y la abogada de Iragi, Arantza Zulueta. Ruiz Polanco iba a preguntar a Iragi sobre esos extremos y le indicó que se sentase. Éste dijo que no quería sentarse, ni declarar, ni firmar nada. El fiscal ordenó que se hicieran constar las preguntas que quería formularle y, cuando ya se iba, el etarra afirmó que los jueces de la Audiencia tienen gran responsabilidad en lo que está ocurriendo en Euskadi, que son objetivo de ETA y que esa tarde, cuando asistiera al funeral por Querol, Ruiz Polanco dijera a sus compañeros que él sería "el próximo".
Estas palabras fueron escuchadas por la secretaria judicial, quien insistió en incluirlas en el acta. Pero, a esas alturas, Iragi ya había abandonado el despacho y, en el pasillo, mientras forcejeaba con los policías, gritó: "Gora Euskadi askatuta (viva Euskadi libre)". El juez y el fiscal quisieron saber si efectivamente Iragi había amenazado de muerte al primero y le llamaron de nuevo para una "diligencia de constancia". Iragi, esta vez sin su abogada, hizo un alegato sobre la situación en el País Vasco y, tras advertir de que no tenía miedo a repetir lo dicho, especificó que se trataba de una amenaza de muerte y pidió que así constase en el acta.
Ruiz Polanco le preguntó si hablaba en nombre propio o en el de ETA, pero Iragi recordó los asesinatos del fiscal Luis Portero y el magistrado José Francisco Querol y añadió que Ruiz Polanco sería el siguiente. En ese momento, el magistrado le replicó: "Si yo no fuera juez y usted no estuviera esposado, le daría dos hostias". Frase que también se hizo constar. Ruiz Polanco entendió que había soltado un "exabrupto" e informó a Iragi de que tiene derecho a denunciarle criminalmente, a lo que éste respondió: "Conozco mis derechos".
El fiscal pidió que se dedujera testimonio al juzgado decano por entender que las frases de Iragi constituyen un delito de amenazas terroristas. En ese momento, el etarra extendió las amenazas de muerte al fiscal y a la secretaria judicial.
Iragi volvió a los calabozos, pero tornó a subir al despacho del juez por tercera vez para ampliar la primera declaración, de nuevo en presencia de su abogada. Entonces afirmó que no tenía nada que decir, pero que estaba harto de que le subieran y bajaran.
Mientras tanto, Solana Matarrán se negó, por su parte, a declarar sobre el asesinato de Martín Carpena.
A preguntas de los periodistas, Ruiz Polanco afirmó que no se arrepentía de lo que había hecho y que, si le volviera a ocurrir, actuaría de igual forma. Reconoció, eso sí, que su comportamiento había sido "insólito, novedoso y antiestético" y lo achacó a un "desahogo temperamental".
El magistrado afirmó que no tolera que nadie le amenace de muerte en su propio despacho y justificó su comportamiento en que "estaba un poco salido de madre". "Si quiere", dijo más adelante refiriéndose a Iragi, "que me mate directamente, pero que no me lo diga antes".
Preguntado sobre si el aguantar las amenazas de los terroristas no va en el sueldo de los jueces de la Audiencia Nacional, Ruiz Polanco respondió que no. "Eso no figuraba en el programa ni en el temario de la Escuela Judicial", precisó.
Interrogado después sobre si hoy se iría a casa con más miedo, el magistrado aseguró: "Ni tengo miedo, ni lo he tenido, ni lo tendré".
Tras el incidente, fuentes jurídicas indicaron que el juez Ruiz Polanco deberá abstenerse ahora en la instrucción del caso por el asesinato de Martín Carpena al haber perdido la imparcialidad con respecto a uno de los acusados de haberlo cometido, Iragi.
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