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El cardenal Carles declina presidir una misa en Montserrat por el conflicto en la abadía

El monasterio lamenta que se expliquen aspectos de "la vida interna de la comunidad"

Francesc Valls

El cardenal arzobispo de Barcelona, Ricard Maria Carles, declinó hace semanas la invitación de presidir la misa multidinaria que ayer congregó a 3.000 personas en Montserrat. Fuentes eclesiásticas relacionan esta ausencia con el conflicto que vive la comunidad benedictina y del que ayer informó EL PAÍS. "Primero dejó entrever que asistiría, después prometió enviar a un obispo auxiliar y al final la misa la presidió en solitario el abad de Montserrat, Josep Maria Soler", señalaron en medios de la abadía benedictina, que ayer vivió una agitada jornada.

Nota de la abadía

El portavoz del arzobispado de Barcelona, Jordi Piqué, subrayó la libertad del cardenal para confeccionar su propia agenda y afirmó que el arzobispo tenía otros asuntos previstos para la mañana de ayer. "En cualquier caso, el cardenal tiene derecho a hacer lo que crea oportuno", destacó.Carles ofició misa en la mañana de ayer en una parroquia de Barcelona que fuentes del arzobispado no precisaron. En medios eclesiásticos sorprendió que el cardenal optara por celebrar esta misa en lugar de presidir la eucaristía multitudinaria de clausura del Año Jubilar de las Hermandades y Cofradías de la Archidiócesis de Barcelona. Especialmente teniendo en cuenta que ésta era la primera vez que dichas entidades se congregaban. Y lo hicieron con toda solemnidad en la explanada de la abadía benedictina, donde reunieron a más de 3.000 personas.

Algunos jerarcas de la Iglesia catalana conocían desde hacía meses lo publicado ayer por EL PAÍS. Esta información daba cuenta de que las dimisiones de los dos últimos abades de Montserrat -Cassià Just y Sebastià Bardolet- fueron inducidas y fruto de una controversia generada por las acusaciones internas de autoritarismo y por la sexualidad en la abadía benedictina.

Que algunos obispos estuvieran al corriente de los problemas surgidos en Montserrat explicaría que el cardenal Carles, a quien se considera próximo a las tesis del Opus Dei, no contestara las valientes declaraciones realizadas por Just el pasado mes de mayo a Catalunya Ràdio en defensa de un mejor trato a los homosexuales por parte de la Iglesia católica.

En aquella ocasión, sólo el obispo secretario de la Conferencia Espiscopal española, Juan José Asenjo, respondió a Cassià Just. Asenjo calificó estas declaraciones de "salida de tono" del religioso y añadió que ni las compartía ni respondían a la doctrina de la Iglesia.Ayer se repitió el mutismo de la Iglesia catalana, esta vez sobre la información publicada. En el mundo político, en cambio, Ignasi Garcia Clavel, secretario para las Relaciones con las Confesiones Religiosas de la Generalitat de Cataluña, declaró ayer a este diario: "Espero que el monasterio recupere cuanto antes la paz". García Clavel no quiso entrar en más valoraciones de una situación que -de acuerdo con diversas fuentes- es del conocimiento del presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, quien a su condición de dirigente político une la de ser católico practicante. En medios nacionalistas preocupa la trascendencia que el conocimiento de los hechos relatados pudiese alcanzar, ya que Montserrat es considerada como un referente espiritual-religioso del catalanismo confesional.

Y mientras la Iglesia se mantiene expectante, la cúpula del monasterio de Montserrat redactó una nota en la que lamentaba que este diario publicase "aspectos que hacen referencia a la vida interna de la comunidad y que no corresponden a la realidad".

El comunicado, hecho público poco antes de las ocho de la tarde, consta de tres puntos y a continuación se reproduce íntegramente:

"1. El monasterio de Montserrat lamenta con tristeza que un diario respetable de gran tirada publique en un extenso artículo aspectos que hacen referencia a la vida interna de la comunidad y que no corresponden a la realidad; y lo haga distorsionando información..

2. En el desarrollo de su vida, Montserrat continuará utilizando los mecanismos de control previstos por la legislación monástica propia.

3. La comunidad expresa el deseo permanente de vivir con convicción la misión monástica, pastoral y cultural de Montserrat, profundizando las actitudes cristianas básicas y con espíritu de perdón."

La situación de la abadía abre diversas hipótesis sobre las medidas eclesiásticas que se podrían adoptar en el futuro. Por un lado, el propio abad, Josep Maria Soler, tiene en su mano introducir los cambios que crea oportunos en el gobierno de la comunidad. También se apunta que los visitadores de la congregación de Subiaco, a la que pertenece Montserrat, podrían inspeccionar la abadía. Por último, la Santa Sede podría promover una visita apostólica, lo que no se descarta a instancias de los informes que el nuncio vaticano en España, Manuel Monteiro de Castro, remita a Roma.

El abad impone silencio a los monjes

Monserrat vivió ayer un día agitado. El abad de Montserrat, Josep Maria Soler, exigió silencio a los monjes. Y lo hizo, en una reunión informal mantenida durante la sobremesa, apelando al voto de obediencia que fijan las reglas de San Benito. Con ello, Soler quiere evitar que trascienda al exterior lo que sucede en la comunidad. "Si ahora él se pregunta a quién beneficia que esto haya salido en EL PAÍS, habría también que preguntarse a quién beneficiaba hasta ahora el silencio", declaró un monje a este diario.

"Hay gente muy enfadada", añadió pasado el mediodía uno de los monjes con más de 20 años en la abadía. Aun así, el religioso admitía que la comunidad está sumida en una larga crisis y que la difusión del caso de las traumáticas renuncias de los últimos dos abades "no sólo no arregla nada, sino que contribuye a enrarecer aún más el ambiente", informa Miquel Nogué. "Mire, Montserrat es una gran familia, y como en todas las familias aquí hay personas de todo tipo y eso es algo que hay que respetar", dijo, comentando la conducta personal de los monjes.

"En cómo afecta la crisis a la comunidad es algo que sólo nos incumbe de puertas para adentro. A mí lo que realmente me importa es que Montserrat continúe siendo lo que es y que siga atrayendo a la gente que viene a dar constancia de su fe", añadió.

Otro monje de la abadía, éste de más 70 años, aseguró no estar preocupado por lo publicado por este diario. "Lo que realmente me preocupa es que aquí cada día somos menos. Antes entraban seis y siete novicios cada año, ahora no más de dos", declaró.

Algunos de los trabajadores de Montserrat comentaban ayer la noticia. "Es algo que siempre se ha dicho, pero nunca sabes qué hay realmente de cierto en estas cosas", decía uno de ellos. "De estas puertas nunca sale nada; lo que pasa dentro de la abadía es siempre un gran secreto", opinaba.

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