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El ministro de Defensa pide perdón en el emotivo funeral a los marinos del 'Kursk'

Mientras los buzos rusos sacaban más cuerpos en el interior del Kursk y los noruegos continuaban haciendo la "ventana tecnológica" en la novena cámara del submarino nuclear que yace en el fondo del mar de Barents, a 108 metros de profundidad, en Severomorsk transcurría la emotiva ceremonia de despedida de la tripulación que pereció el 12 de agosto pasado. Cuatro carros blindados, con sendos contenedores-ataúdes, trajeron a la plaza del Mar en la base naval de la Flota del Norte los cuatro cuerpos recuperados el jueves.Murmansk y Severomorsk se despertaron ayer bajo una nevazón que duró toda la mañana. Unos cinco minutos antes de que al mediodía se abriera la ceremonia solemne, la nieve dejó de caer, el cielo se despejó y el sol iluminó la gigantesca estatua del marino que se alza en la plaza del Mar, monumento a los héroes de la Flota del Norte caídos en la II Guerra Mundial.

Miles de personas, casi toda la ciudad, se congregraron en la plaza, donde sobre cuatro carros blindados yacían los ataúdes de los cuatro marinos, uno de los cuales es el teniente capitán Dmitri Kolésnikov, que antes de morir escribió una carta de despedida a su esposa Olga y agregó unas líneas explicando que todos los que estaban en las cámaras sexta, séptima y octava habían decidido pasar a la novena, donde se encontraba la escotilla de escape de popa.

El encargado de abrir la concentración fue Iliá Klebánov, viceprimer ministro responsable de la industria militar. "Por el momento no podemos decir exactamente cómo ocurrió la tragedia", reconoció Klebánov, quien prometió que la comisión que preside "determinará sin falta las causas del accidente", y en nombre del presidente Vladímir Putin aseguró que el Kursk será reflotado.

El mariscal Ígor Serguéyev, titular de Defensa, insistió en la necesidad de establecer lo que motivó la avería del submarino para evitar que la tragedia se repita y pidió perdón tanto a los marinos como a los cerca de 60 familiares que asistieron a la ceremonia. En un silencio absoluto, por los altavoces nombraron a los 118 tripulantes que perecieron en el submarino nuclear y después resonó una canción sobre el Kursk, que hizo sollozar a los civiles y militares.

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