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De las tiendas de campaña a la campaña electoral

Jorge Marirrodriga

Un millón de refugiados

En junio de 1999, Lirim, un joven estudiante albanokosovar de filología, pasaba los días en un campo de refugiados de Albania haciendo interminables colas para recoger alimentos y ropa procedentes de la ayuda internacional. Su familia había sido expulsada de Kosovo por el régimen serbio cuando comenzó la intervención de la OTAN contra Yugoslavia, precisamente a causa de la represión en Kosovo. "Tal vez por eso ahora odio esperar", confiesa. Sin embargo, hoy probablemente Lirim deberá guardar la fila para votar. "Esta vez no me importa nada. Esperaré el tiempo que haga falta", asegura. El censo elaborado por la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) tiene como único objetivo permitir la votación, de manera que se espera una participación que supere el 95%. Algo excepcional en cualquier elección, aunque éstas son unas elecciones en las que todo ha sido excepcional, cuando no "milagroso", como dice Bernard Kouchner, administrador de la ONU en Kosovo.

Un millón de personas volvieron a Kosovo prácticamente con lo puesto procedentes de campos de refugiados y casas de familiares en verano del año pasado. Más de 60.000 viviendas se encontraban destruidas, no había electricidad ni agua corriente en muchas zonas. Con la precipitada marcha de la administración serbia desapareció toda organización. Además, los documentos de los albanokosovares y los registros de la propiedad habían sido destruidos o trasladados a Serbia. La desorganización era total. Tras poner en marcha los servicios mínimos, Kouchner, que gobierna el territorio con un poder limitado sólo por la Carta de Derechos Humanos de la ONU, se mostró partidario de convocar unas elecciones para que, al menos, el poder local estuviera en manos de los habitantes de Kosovo. De hecho, hoy todavía los alcaldes son designados por Kouchner y en los casos de las localidades importantes son siempre funcionarios de organismos internacionales. La OSCE comenzó a elaborar un complicado censo, dado que había que fiarse e investigar, en la medida de lo posible, los datos de los supuestos votantes. El resultado, 16 meses después del fin de la guerra, es un censo que consta de fotografías y huellas dactilares de los votantes.

En este tiempo también se ha puesto en pie el censo, se ha obligado a los partidos políticos a practicar el respeto al adversario y a los medios de comunicación a repartir equitativamente los espacios. "Son las elecciones más libres celebradas en Kosovo", asegura Kouchner quien remata: "Hemos hecho lo imposible".

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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