Una lección de clasicismo
Harnoncourt leyó la introducción al más célebre de los oratorios de Haydn con una Representación del caos más lenta de lo habitual, pero tan transparente como es deseable. Introducción que conduce a Wagner, directamente, desde el siglo XVIII. Y no sólo por los atrevimientos armónicos: Tovey puso hace tiempo las cosas en su sitio. Pero hay en la Representación del caos un tipo de melodía casi infinita que evoca los preludios wagnerianos. Y también, en los primeros compases, una secuencia de las voces intermedias que Wagner convirtió (¿inconscientemente?) en el tema de la muerte de amor del Tristán. Pero Harnoncourt no puso el acento sobre los aspectos premonitorios de La Creación. Más bien la recreó como un hermosísimo arquetipo del clasicismo y la Ilustración, acentuando los aspectos más descriptivos de su lenguaje. La belleza y tremenda depuración de estilo que un Haydn ya sexagenario demuestra aquí, permiten que se trascienda lo anecdótico para sumergirnos en la emocionante contemplación de un universo tan racional y ordenado como el siglo XVIII lo suponía.La calidad legendaria de la orquesta holandesa no se vio disminuida con sólo 50 músicos en escena. El Arnold Schönberg Choir, por su parte, cantó con precisión y empaste extraordinarios. En cuanto a solistas, siendo importante la calidad tímbrica y la intencionalidad expresiva de Anthony Michaels-Moore, debe situarse muy por encima a Dorothea Röschmann: fraseo dulcísimo, reguladores perfectos, atención esmerada al texto y hermoso esmalte vocal.
Haydn: La Creación
Arnold Schönberg Choir Vienna. Royal Concertgebouw Orchestra. Dorothea Röschmann, Kurt Streit, Anthony Michaels-Moore (solistas). Director: Nikolaus Harnoncourt . Palau de la Música, Valencia, 25 Octubre.
Harnoncourt mimó a los solistas, y acompañó su actuación glosando cuidadosamente con la orquesta el texto que cantaban. Ofreció así una amplia gama de matices dinámicos y colorido tímbrico. Menos meticuloso resultó en los números corales, no en cuanto al ajuste, sino en la riqueza expresiva. En cualquier caso, estamos hablando de una sesión de lujo en la que se dibujó una versión espléndida de una de las obras más conmovedoras del siglo XVIII.
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