La simpatía de una pareja literaria
Centenares de personas llenan una sala de Sevilla para escuchar a Muñoz Molina y Elvira Lindo
Antonio Muñoz Molina y Elvira Lindo desbordaron ayer las previsiones de público de la Sala San Hermenegildo, en Sevilla. Lo que iba a ser uno más de los denominados jueves literarios -un nombrecito con regusto antañón, a té con pastas y señoras distinguidas que miran con arrobo a los escritores- se convirtió en una ocasión especial. Muñoz Molina es un novelista que ha impuesto su escritura, con elegancia y sin concesiones, en un medio literario tan poco dado a alardes de este tipo como el español. Con Elvira Lindo -creadora de Manolito Gafotas, un personaje clave en la literatura infantil- Muñoz Molina forma una pareja simpática y sincera. La gente se da cuenta de eso. Y la consecuencia es automática: abarrota una sala para verlos.Las 300 localidades de la Sala San Hermenegildo fueron ayer insuficientes para los centenares de personas que acudieron a escuchar a la pareja de escritores. Media hora antes del inicio de la charla había decenas de personas apostadas junto a la puerta. Cuando llegó la hora inaplazable -las ocho de la tarde- costaba Dios y ayuda entrar en el recinto. Una marea humana buscaba el mínimo hueco para disfrutar un rato con unas cuantas palabras inteligentes. En los tiempos de Gran Hermano, Crónicas Marcianas y las más obscenas iconografías de fenómenos de feria y androides varios, es un alivio ver que hay gente que se mantiene fiel a unas mínimas pautas estéticas. La Sala San Hermenegildo así lo demostraba.
Media hora antes de su intervención, Muñoz Molina y Lindo hablaron de literatura a un grupo de periodistas. Con bastante retranca, la escritora sostuvo la alcachofa de un medio de comunicación para que su marido hablara más tranquilo. "A mí siempre me asombra que haya gente que se interese por la literatura. Es una cosa tan minoritaria... Pero a la gente que le importa la literatura, le importa mucho", explicó el autor de Plenilunio.
Los centenares de personas que bullían en la sala parecían probar que la literatura interesa cada día a más gente. La palabra escrita suele provocar fascinación incluso en seres embrutecidos. De ahí a la jugosa polémica de este mes: la historia del negro y Ana Rosa Quintana había un paso. Y se dio. "Yo no creo que deban existir negros. Los libros son de quienes se los trabajan. Pero España es un país muy canalla. A los que salen en televisión les dan el mejor sitio en los restaurantes y los periodistas se fascinan con ellos. Luego, cuando hay un problema, esos mismos periodistas los maltratan. Yo no voy a hacer un chiste sobre Ana Rosa Quintana. No se debe hacer leña del árbol caído", comentó Lindo.
Muñoz Molina centró la responsabilidad en la editorial que permitió que saliera a la luz el libro lleno de plagios de Quintana. "Hay que preguntarse qué hace una editorial seria encargando una novela a alguien que sólo presenta un programa, hay que preguntarse cuáles son los controles que tiene esa editorial... En España se hacen muchos libros para aprovechar rachas de popularidad. La diferencia es que en este caso todo ha estallado", indicó Muñoz Molina.
El autor de El jinete polaco le quitó solemnidad a su trabajo y dijo: "Como no soy rico por mi casa ni catedrático ni nada de eso, me tengo que ganar la vida escribiendo". Luego, se sentó, ante media docena de fotógrafos que serpenteaban por el suelo, bajo el aura protectora de una célebre fotografía de la Generación del 27. Apenas a unos metros esperaban cientos de personas, dispuestas a aprender un poco, a disfrutar un trocito de vida o, simplemente, a olvidarse del monstruo fofo y viscoso de la banalidad. Muñoz Molina y Elvira Lindo les ayudaron a eso.
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