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Los pasos de la libertad

La viuda y los hijos de la última víctima de ETA se van del País Vasco. El pasado domingo, inmediatamente después de la información sobre el atentado que había arrancado la vida a Máximo Casado, una periodista leía en Radio Euskadi un comentario con formato de editorial en el que, entre otras cosas, se preguntaba por qué tenía ella que elegir entre los que hacen estallar coches bomba y "la prepotencia de Mayor Oreja". Grave dilema moral. A comienzos de mes, un comunicante anónimo se responsabilizaba en las páginas de Gara del incendio de la librería Aritz, de San Sebastián, que justificaba por el hecho de que la propietaria había acudido a la manifestación de ¡Basta ya! Parecía una broma, pero el día 8 el mismo diario recogía las disculpas del incendiario tras verificar, se indicaba, que la dueña no había estado en la manifestación.El aplomo con que se dicen y escriben los mayores disparates sería motivo suficiente para irse de Euskadi. Pero además están las amenazas de ETA, casi siempre autentificadas por el acoso y las agresiones del ámbito encapuchado de decisión del barrio o pueblo. Ahora ya sabemos cuál es la alternativa al Estatuto, de cuya aprobación se cumplieron ayer 21 años. No la independencia, sino lo que hay: una sociedad atemorizada y amargada, dominada por el idiotismo moral. Ésa ha sido la aportación de quienes dieron al nacionalismo vasco la embarcada de la superación de la autonomía mediante el pacto con ETA.

El llamado MLNV no es en sentido estricto un movimiento fascista, pero los rasgos definitorios de esa doctrina que ofrece Stanley G. Payne (Historia del fascismo. Planeta. 1995) son el ultranacionalismo revolucionario, el vitalismo, la movilización de masas, el elitismo, dar un valor positivo a la violencia y considerar normales la guerra y las virtudes militares. Los equivalentes a los skin heads se desfogan en Euskadi quemando coches de profesores no nacionalistas o pateando ertzainas; o haciendo de confidentes de ETA. "Una cruz gamada se está formando entre nosotros", advertía hace más de una década un manifiesto suscrito por algunos de los que más tarde fueron fundadores del Foro Ermua y ahora se marchan hartos de tanta bomba y tanto tonto.

El último en irse ha sido José María Portillo, un profesor de Historia Contemporánea, miembro del Foro Ermua. El portavoz del Gobierno vasco, Josu Jon Imaz, publicó hace tres años un artículo en el que ironizaba sobre los fundadores de lo que entonces llamaba con deslumbrante gracejo "FARO de Ermua", a algunos de cuyos componentes más conocidos comparaba con los ex combatientes de Girón. Ahora ha expresado públicamente su solidaridad con Portillo, señalando que las amenazas que le han forzado a marcharse constituyen un intento de "limpieza ideológica". Y la semana pasada el Parlamento vasco aprobó por unanimidad una declaración de solidaridad con el Foro. Hay, por tanto, una cierta rectificación respecto a los tiempos en que la máxima autoridad del PNV invitaba a los disidentes a marcharse con aquel inolvidable "ancha es Castilla". Ya sólo falta que la nueva actitud llegue a los celadores que vigilan a los amenazados y deslizan contra ellos sus sarcasmos desde los medios nacionalistas.

Peores son los otros celadores. Los que en algunos pueblos de Guipúzcoa están recogiendo, casa por casa, un impreso por el que se solicita de Udalbiltza la inscripción en un padrón de los ciudadanos que se consideran sólo vascos. La idea de un censo vasco depurado de españolistas, elaborado mediante adscripción voluntaria, es consustancial al actual proyecto de autodeterminación de ETA: en la construcción nacional sólo participan quienes están interesados en ella. Los demás, que voten en los consulados españoles, como decía hace poco su boletín Zutabe.

(Antes de Portillo se fueron el profesor Azurmendi y el cantautor Imanol. Ambos pasaron largos años en el exilio durante el franquismo. Imanol es el autor de un disco, clandestinamente editado poco después del juicio de Burgos, con una carátula de Antoni Tapies, titulado Askatasunaren pausoak: Los pasos de la libertad. Esos pasos vuelven a conducir al destierro).

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