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Una nueva sala de subastas de arte usa el método americano en Barcelona

A todo le llega su renovación. Incluso al mundo de las subastas de arte. Cuatro antiguos trabajadores de una sala de subastas barcelonesa, Clara Mestres, Esther Alonso, Raimon Clavell y Sandra Romà constataron un cierto anquilosamiento de este sistema de adquisición y venta de obras de arte y antigüedades y decidieron dirigirse a gente de su edad, simplificar el método y adaptar una relación con el cliente más amena y directa. Para ello crearon la sala de subastas Bonanova (Muntaner, 527) que ha abierto sus puertas estos días con la aplicación del método americano de subastas.

"Se trata de un sistema más simple. La persona interesada puede, durante el periodo de tiempo que mantenemos abierta la exposición, realizar su puja anotando un número que se le asigna y el precio. Si nadie más ha pujado, el día de la subasta en 10 minutos el interesado puede haber realizado su compra", explica Sandra Romà. Para las cuatro personas que han impulsado esta nueva sala de subasta es importante haber eliminado las farragosas y largas sesiones de subasta. "Hemos pensado en un público de 30 a 45 años, que es la franja de nuestras edades y que no puede asistir a varias sesiones de una misma subasta que a veces duran de tres a cuatro horas", comenta Clara Mestres.Cuando durante la exposición las obras tienen pujas de distintos compradores, el día de la subasta se actúa con la mano alzada. "Pero tienen ventaja aquellos que han pujado con anterioridad porque no enseñamos la pieza, sino que nos referimos ella por el número de lote", explica Esther Alonso. Con este sistema se beneficia quien se han interesado previamente por la obra.

Las piezas que salen a subasta no son propiedad de la sala, pertenecen a vendedores particulares. "Nosotros hacemos de intermediarios, pero nuestra intención es siempre que el comprador saque un buen precio. Habitualmente asesoramos sobre cuál debe ser el precio de salida", explica Raimond Clavell. En opinión de Clavell, todavía no existe en España una tradición de subastas. "Por eso nos lanzamos a buscar el acercamiento al público. En muchos países europeos, gente de todo tipo y de todas las edades compra en subastas. Aquí, aún existe un cierto recelo, en muchos casos se tiene la percepción de la subasta como algo lejano y turbio". Según Clavell, la misma palabra subastero tiene unas connotaciones peyorativas debido a otro tipo de subastas que nada tienen que ver con el mundo del arte. En la subasta realizada el pasado jueves podía encontrarse desde un cuadro de Muxart hasta un dibujo de Cugat, pasando por una máquina de millón o piezas de porcelana. "Cuando se trata de un casas o un pere pruna, como ahora presentamos, requerimos del asesoramiento de especialistas para verificar la autenticidad". La intención de la nueva sala de es realizar una subasta cada mes.

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