La agresividad al volante, primera causa de las muertes en la carretera
La escasa percepción del riesgo y el consumo de alcohol definen el perfil de los conductores que en 1999 causaron 5.738 muertos
Las cifras de los accidentes de tráfico constituyen ya una penosa tradición, una estadística fatal que crece cada fin de semana hasta desembocar en las 5.738 víctimas mortales registradas en todo el año pasado. El último goteo fue el del puente del Pilar: 65 muertos -cinco más que el año anterior por las mismas fechas- y 75 heridos, 38 graves. Pero no siempre son hechos fortuitos: se sabe que el factor humano es decisivo en más del 70% de los accidentes y que hay un tipo de conductor que alienta la tragedia.
Número de automóviles
No se conocen sus rostros, pero se sabe quiénes son los conductores más proclives a cruzarse con la tragedia: menor de 30 años de personalidad agresiva, competitiva y exhibicionista. Y, como dicen los expertos, "los que tienen una baja percepción del riesgo". Un perfil que el alcohol potencia. Cerca de la mitad de los conductores estaba bajo sus efectos en el momento del accidente.Los mayores de 65 años constituyen la segunda franja de edad más vulnerable, pero no por falta de prudencia, sino la merma sensorial que padecen. El sexo introduce algún matiz: la mujer se inclina más a la prudencia que al riesgo, pero en las usuarias más jóvenes la temeridad se iguala con la de sus compañeros. El estrés y el sueño son otras variables que tensan o aflojan la cuerda. Los jóvenes intensifican su audacia cuando aumentan los ocupantes de su vehículo, mientras que los mayores se distraen menos si van acompañados.
El catedrático de Seguridad Vial Luis Montoro piensa que el alcance del drama supera la estadística conocida: "De las 1.572 personas que perdieron la vida el año pasado en accidente laboral, 762 lo hicieron en misión o yendo o volviendo del trabajo". Lo mismo sucede cuando se compara la siniestrabilidad española con la europea: España ocupa el tercer lugar en cuanto a accidentes (después de Grecia y Portugal), pero, teniendo en cuenta que un español recorre unos 5.000 kilómetros al año y un inglés 10.000, la distancia entre ambos se acrecienta.
También es erróneo atribuir la sangría de la carretera al creciente número de automóviles. En la UE se ha pasado de los 79.000 muertos de 1975, con 98 millones de vehículos, a los 55.000 muertos de 1999 con 200 millones de coches. Lo que sí influye, añade Montoro, es que "la mitad de los 23 millones de vehículos españoles tiene más de cinco años y el 30% más de 10. Por el contrario, la distancia entre las carreteras españolas y europeas se acorta en las grandes vías, no así en las carreteras secundarias. "Abandonadas, obsoletas, confusas", así ve Montoro a algunas de las señalizaciones de carreteras. "Las señales tienen que ser visibles, inteligibles y creíbles. En el futuro se tenderá a instalar señales dinámicas de tipo electrónico que ajuste los datos a la realidad inmediata", agrega.
Montoro critica la tolerancia con el alcohol y la ambigüedad del artículo 379 del Código Penal, en el que se señala que no basta que el conductor "rebase las tasas establecidas", sino que es preciso estar "bajo la influencia del alcohol". Para Montoro, "esto es algo inconcebible en otros países: si un filandés mata a alguien bebido, va a la cárcel seguro".
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