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Grupos racistas canarios explotan el auge del movimiento xenófobo

Desconcierto en el Ejecutivo autónomo y la Delegación de Gobierno

Una televisión local y varias asociaciones vecinales han articulado en Canarias un movimiento xenófobo que se extiende entre las clases más desfavorecidas. El jueves, 2.000 seguidores se manifestaron contra los subsaharianos. Sus líderes afirman que esta protesta, y otra celebrada el día 6 en Arrecife (Lanzarote), son "un precalentamiento" y anuncian nuevas marchas en Fuerteventura, Lanzarote y Gran Canaria. Tanto el Ejecutivo autónomo como la Delegación del Gobierno se muestran desconcertados ante el fenómeno.

Enfrentamientos

"Esta manifestación la provoqué yo". Lo dice Francisco Rivero García, propietario del Canal 25 de televisión. Las opiniones de este hombre de 65 años, que presume de no tener estudios, alcanzan lo que dan de sí sus repetidores: el norte de Gran Canaria y de Tenerife y parte de Lanzarote y Fuerteventura. El Gobierno autónomo calcula su audiencia en 80.000 personas. Su emisora es la más vista del archipiélago. Si la popularidad se mide por los aplausos que reciben las personalidades en las fiestas patronales, don Francisco (como le conoce la calle) saca amplia ventaja a toda la clase política local.Rivero, que se hizo con la emisora cuando su anterior propietario quebró, expuso a EL PAÍS su visión sobre la inmigración: "Los negros vienen a traer droga y basura, los políticos son unos acojonados y el Gobierno español no tiene huevos. ¡Pues los huevos los vamos a tener los canarios! ¡Vamos a echar de aquí a esa gente, aunque sea a la pedrá! Y si sus países no los quieren, pues los botamos al mar".

Tanto su discurso como el del presidente del Movimiento Vecinal Canario, Andrés Santana, están basados en medias verdades. Según datos de la Delegación del Gobierno, en las islas sólo hay 1.800 subsaharianos, una cifra ridícula en medio de los 14 millones de turistas que han visitado las islas este año.

A pesar de ello, el mensaje racista ha calado en amplias capas de la población canaria y ha llegado a provocar enfrentamientos en la calle. Santana, un trabajador aeroportuario de 45 años en paro, afirma que en Canarias no cabe más gente. "Hablamos de los negros porque son visibles", declara, "pero aquí hay muchos negros por dentro: húngaros, rumanos, checoslovacos. Esto hay que limpiarlo".Organizaciones nacionalistas e insularistas marginadas de la vida política oficial, como el Partido Nacionalista Canario y el Partido Independiente de Lanzarote, se han subido al carro de la xenofobia, según Javier Marrero, portavoz de Cruz Roja en Las Palmas. Esta "paella indigesta", en palabras de un alto cargo de la Delegación del Gobierno, preocupa seriamente al Ejecutivo autónomo.

María Dolores Jiménez, funcionaria de la Consejería de Asuntos Sociales y coordinadora del Foro de la Inmigración, que integra a instituciones locales, autonómicas y del Gobierno central, admite que, aunque no ha ocurrido nada irreversible, la situación es "peligrosa". Más alarmado se muestra Carlos N'Dongo, director de Las Palmas Acoge. N'Dongo dice que el mensaje xenófobo cala en la calle: "El problema se nos está escapando de las manos".

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