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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La huida de Bolidén

Muchas veces sentimos vergüenza ajena y propia ante tanto descaro y desprecio a las mínimas normas de ética y moral social, siendo el caso de la multinacional Bolidén Apirsa un claro ejemplo de ello.Tras el vertido tóxico, cuyas consecuencias últimas aún desconocemos y que será el paso del tiempo el que nos hará descubrirlas en forma de taras o enfermedades así como el verdadero alcance de este desastre sobre la población humana y la ecología de la zona, habiendo recibido importantes ayudas públicas (o sea, del bolsillo de los ciudadanos) para evitar la marcha y las consecuencias laborales en la comarca, y tras enterrar entre lodos, reparaciones, traslados y reforestaciones, etcétera, otros muchos miles de millones (aproximadamente 30.000), también del bolsillo de los ciudadanos. Ahora nos anuncia su desbandada abandonando tras de sí los puestos de trabajo que justificaron las ayudas públicas y un reguero de contaminación y mentiras bien respaldadas por su poder y el apoyo de gobiernos títeres de las multinacionales.

Esto me recuerda el título de una película de Woody Allen, Toma el dinero y corre. Cuando lo decente y lo lógico debiera ser depositar dinero en los juzgados, y en cantidad suficiente al daño por reparar hasta delimitar judicialmente las responsabilidades en el desastre. No permitir, hasta la celebración del juicio, el abandono del país de la empresa y sus responsables (como cualquier posible delincuente).

¿Por qué a un ciudadano de a pie se le embargan las cuentas, el sueldo o la vivienda ante cualquier deuda, y a las multinacionales se les da más subvenciones y, si hace falta, se le besan los pies? ¿Quién manda realmente en los gobiernos? ¿Por qué las leyes no se aplican por igual a todos como dice la Constitución? Probablemente, éstas y otras preguntas tengan fácil contestación, pero nadie se atreve a pronunciarlas...

El chantaje y la extorsión siguen siendo el arma de los fuertes contra los débiles, sólo que cada vez más se realiza desde los despachos de altos directivos y contra las instituciones públicas y, por ende, contra todos los ciudadanos.

La solución, difícil desde un Gobierno fuerte contra los débiles y débil contra los fuertes: pagar y reparar lo destruido, adecuar las instalaciones para que no ocurra más, permanecer hasta recuperar la deuda social y económica, y, de paso, pedir perdón a la sociedad por los destrozos, mentiras, chantajes y expolios.- Federico Noriega González. Secretario general de CGT-Sevilla.

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