"No por bromear sobre Pujol dejo de respetarlo"

Sería osado afirmar que a nadie le ilusiona tanto como a Andreu Buenafuente que le concedan un Premio Ondas, pero es seguro que a él le emociona como al que más. Tal vez porque la cadena SER, donde creció profesionalmente -primero en la emisora de Reus, la ciudad en la que nació hace 35 años, y después en Radio Barcelona-, aún ocupa un lugar preferente en su corazón, pese a que hace un par de años la dejó para dar el salto a la televisión, a TV-3. En ella produce, dirige y presenta un late show gamberro, La cosa nostra, ganador este año del Ondas al mejor espacio de entretenimiento junto a su competidor en Cataluña, Crónicas marcianas, de Tele 5, al que le saca 120.000 espectadores diarios de media.Buenafuente no oculta que el Ondas -éste es el tercero que obtiene- le importa, y mucho. Con el buen humor que impregna su programa, los días anteriores al veredicto del jurado insertó un rótulo móvil que aparecía en la parte inferior de la pantalla, donde se leía: "El miércoles se fallan los Ondas: rogad por nosotros". Y anteanoche ocupó el comienzo de La cosa nostra departiendo con otros premiados tan cachondos como él: Juan Luis Cano, de Gomaespuma; Javier Cámara; Carlos Herrera, y los Muñoz, de Estopa.

Ayer, Buenafuente seguía en una nube. Había dormido poco, estaba ronco, seguramente de sueño y celebración, pero atendía gustoso a la prensa. Primera pregunta: ¿Cómo explicaría La cosa nostra a alguien que no ha visto nunca el espacio? Respuesta: "Es un programa de entretenimiento y humor basado en la actualidad, en el que no entran los personajes del inframundo de la prensa rosa, ni aquellos que no trabajan en nada". El jurado del Ondas destacó la agilidad de los guiones de La cosa nostra, y a Buenafuente el comentario le parece atinadísimo. "Son 16 los guionistas que trabajan en La cosa nostra, una cifra bastante inaudita en televisión, dejando de lado los dramáticos", apunta, y añade: "Creo, sin embargo, que la gracia del programa está en haber encontrado el equilibrio entre el guión y la improvisación del directo".

Otro aspecto que subrayó el jurado fue la libertad de los contenidos, en particular su atrevida crítica política -ni Jordi Pujol ni la Casa Real se salvan de las ironías del equipo de La cosa nostra-, algo que Buenafuente agradece en parte a TV-3. "Nunca he recibido presiones ni hemos sido censurados", asegura. Considera este comunicador que los humoristas -así se dice él- "tenemos la obligación de ser provocadores". La transgresión, asegura, "ayuda a la salud mental de un país", y personaliza: "No por bromear sobre Pujol dejo de respetarlo".

Otro puntazo de La cosa nostra es la complicidad que destila. Con el público, entre los miembros del equipo -algunos encontronazos entre Paco, el reportero atrevido, y el jefe son antológicos-, del propio Buenafuente con los invitados, e incluso de aquél con el regidor y el traductor simultáneo. "La familiaridad surge de forma natural. El espectáculo no es algo trascendente, y ésta es nuestra manera de humanizarlo", comenta.

El humor de El Terrat -la productora de Buenafuente- pronto se extenderá a toda España. Tele 5 tiene previsto estrenar el año próximo La Moncloa, dígame, una telecomedia en la que Buenafuente confía "a tope", como diría Paco, el deslenguado reportero de La cosa nostra.