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El escritor Antonio Orejudo critica la banalización actual de la literatura

Ventajas de viajar en tren (Alfaguara), de Antonio Orejudo (Madrid, 1963) ganó el premio Andalucía de novela por una historia disparatada en la que las narraciones de un supuesto médico psiquiatra se entremezcla con los delirios de sus pacientes y con una editora que confunde a los autores y sus personajes. A pesar del éxito de la obra, su autor está convencido de que la literatura sufre un proceso de banalización."Nadie piensa que narrar sea un arte para el que se necesita una técnica", lamenta el escritor.

El jurado del premio Andalucía de novela destacó "la capacidad fabuladora, la originalidad y el riesgo" de Ventajas de viajar en tren. A Orejudo, profesor de Literatura en la Universidad de Almería, le gusta, sobre todo, el reconocimiento de su capacidad de arriesgar porque no concibe otra forma de novelar. "Lo más cómodo hubiera sido repetir la fórmula de mi primera obra [Fabulosas narraciones por historias], pero yo creo que escribir es como cantar en una feria, hay que variar el repertorio", afirma el escritor. "Si no me aburro y me imagino que también los lectores".Escribió la novela, reconoce el autor, cansado de lo que había escrito y había leido. "Empecé pensando que la literatura es una arte en declive, que sirve para poco. Pero terminé pensando que los seres humanos no somos más que palabras".

Orejudo presume de haber plagiado El casamiento engañoso y El coloquio de los perros, de Miguel de Cervantes, en un momento en que el término está rodeado del escándalo suscitado por el descubrimiento de párrafos enteros copiados de otras obras en la novela Sabor a hiel, de Ana Rosa Quintana. "No estoy de acuerdo con que Ventajas de viajar en tren tenga moderneces, por eso digo que plagio a Cervantes. ¿Alguien se escandaliza porque le escriban los discursos al presidente del Gobierno?", se pregunta.

El escritor quiere hacer una lectura positiva del descubrimiento de los plagios realizados por Quintana. "Sirve para recapacitar sobre que no todo el mundo está capacitado para escribir", explica Orejudo, convencido del proceso de banalización que sufre la creación literaria. "A cualquier otra actividad humana se tiene un respeto menos a la literatura. Hasta para hacer botijos se entiende que se necesita una técnica".

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