Llanto en el llano
Cantalejo y Torrecilla del Pinar, al norte de la provincia de Segovia, en pleno llano, se han hermanado en el dolor con el barrio madrileño de San Blas. Lloran la muerte del matrimonio de Juan Carlos Herrero Muñoz, de 31 años, y María del Mar José Ruano, de 36. Y de sus tres hijos, Óscar, Álex y Álvaro. El padre nació en Cantalejo y su esposa en la localidad vecina de Torrecilla.La familia solía pasar las vacaciones y fines de semana en Cantalejo. "Lo ocurrido ha sido una tragedia terrible porque eran muy queridos en el pueblo", comentaba ayer una amiga de la familia. Álex y Álvaro, los mellizos, de dos años, fueron el centro de preocupación de Cantalejo (3.442 habitantes, a 50 kilómetros de Segovia) desde que nacieron. Eran fruto de un parto prematuro, lo que les mantuvo en la incubadora del hospital segoviano. Fulgencio Sacristán, dueño del estanco, de 50 años, les recordaba ayer con dolor: "Eran unos niños listos y revoltosos. Venían con sus padres a sellar la Primitiva", recordaba.
El Ayuntamiento de Cantalejo, donde estaban empadronados los cinco fallecidos, puso ayer a disposición de los vecinos un autocar "para que todo el que lo desee asista al entierro de la familia Herrero, en Madrid", según se lee en los carteles que empapelan los escaparates de los comercios del pueblo. La salida del autocar estaba prevista para esta mañana a las 7.30, desde un lugar conocido como El Polvorín.
El matrimonio envenenado por el monóxido de carbono se conoció en Torrecilla del Pinar. Juan Carlos trabajaba en la construcción. Era encofrador. Un día le salió tarea en Torrecilla, en la construcción de una nueva vivienda, la de María del Mar. Allí se conocieron y acabaron casados. En Cantalejo y Torrecilla se formaban ayer corrillos en las esquinas. Los vecinos intercambiaban su sentimiento de dolor, tristeza y rabia. Algunos expresaron su indignación por las erróneas noticias que se difundieron instantes después del hallazgo de los cinco cadáveres en las que se sugería un posible suicidio debido a que iban a quitar a los padres la tutela de los niños. "No se puede difamar de esa manera, era una familia feliz y bien avenida", comentó Teresa Rua, que regenta un bar.
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