La oposición filipina inicia la vía legal para destituir al presidente Estrada
La campaña contra el presidente de Filipinas, Joseph Estrada, abrió ayer un nuevo frente, el parlamentario. Un grupo de diputados de la oposición ha iniciado la vía legal del proceso de destitución. Mientras, en la calle, prosiguen las manifestaciones. A Estrada le acusan de recibir 3,6 millones de dólares (700 millones de pesetas) procedentes del jueteng, un juego ilegal, y otros cinco millones en sobornos de una compañía tabacalera. El jefe del Estado lo niega, aunque abre la posibilidad de una dimisión si se probaran las acusaciones.
El documento en el que se enumeran los presuntos delitos de Estrada tiene 12 folios; en ellos, además de documentar los casos de corrupción, se asegura que el presidente ha violado la Constitución y faltado a la honorabilidad del cargo, además de engañar al pueblo filipino. Las acusaciones están apoyadas en la firma de 42 diputados, 36 de ellos de la oposición. El presidente Estrada cuenta con una más que confortable mayoría parlamentaria (218 escaños), que impedirá el éxito de la destitución.A juicio de los analistas locales esto no basta; el proceso legal abierto ayer es peligroso para Estrada, pues avivará el fuego político durante semanas o meses, dividiendo al país en un momento de grave crisis económica. En la calle se suceden las manifestaciones contra este ex actor de cine. En ellas han participado miembros de su coalición gobernante, incluida la vicepresidenta de Filipinas, Gloria Macagapal-Arroyo, y la ex presidenta Corazón Aquino, uno de los símbolos de aquel people's power que derribó en 1986 la dictadura marital de Ferdinand Marcos e Imelda.
Estrada, a la defensiva, combina declaraciones; de repente se muestra desafiante: "Nunca haré lo que... Esa gente está loca", o se presenta cauteloso y abre una posibilidad a la dimisión "si se probaran las acusaciones". El presidente niega haber recibido dinero y acusa a la oposición de orquestar una monumental maniobra de descrédito por razones políticas.
Estrada lleva 28 meses en un cargo para el que fue elegido hasta junio de 2004. Este periodo ha estado salpicado de escándalos, aparte de crecientes problemas con las diferentes guerrillas.
Aunque se muestra seguro en público, su entorno admite que está preocupado. El presidente mantiene numerosas reuniones con sus colaboradores, como la celebrada el martes hasta altas horas de la madrugada, para firmar una estrategia de defensa.
Tiene razones para la alarma. El distrito financiero de Manila ha dictado su veredicto: dimita. Ayer, desde las ventanas de los edificios miles de empleados lanzaron confetis en apoyo a los manifestantes. La poderosa Iglesia católica, con el cardenal Jaime Sin a la cabeza, se ha alineado junto a la oposición. Todo recuerda al movimiento que liquidó a Marcos.
Las próximas semanas serán claves para reeditar aquel poder; la baja cotización del peso y las fluctuaciones de los precios juegan en contra del Gobierno. Por ello, el procedimiento parlamentario abierto ayer es peligroso para Estrada.
Aunque la oposición deberá contar con el apoyo de un tercio de los diputados y dos tercios de los senadores (Estrada disfruta de una mayoría de 22), la calle podría inclinar la opinión de muchos de los que apoyan hoy al presidente.
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