Mayor Zaragoza pide actuaciones legales "rápidas" contra el racismo

La actuación inmediata de la justicia ante los casos de racismo es el mejor instrumento de la sociedad para combatir "las exclusiones". Así se expresó ayer Federico Mayor Zaragoza en su conferencia inaugural del tercer Congreso Internacional de Derechos Humanos que, dedicado a la inmigración, se celebra en Cádiz hasta el domingo. El que fuera durante 12 años director general de la Unesco criticó también la reducción de aportaciones de los países desarrollados al Tercer Mundo y sus injerencias en tareas propias de la ONU.

Mayor Zaragoza, que preside la Fundación Cultura de la Paz, realizó ayer un discurso muy crítico. Advirtió de que no será posible avanzar en inmigración si no se arranca del conocimiento de la realidad, de la comparación atinada de la situación de cada país y de un factor que denominó "de verde memoria", en relación con la necesidad de recordar el pasado reciente de España como país de emigrantes. "No podemos olvidar, cuando suceden cosas como la de El Ejido, y hablar de los inmigrantes como si no supiéramos de qué se trata", dijo.Apeló a su condición de bioquímico y biólogo molecular para afirmar: "No hay mayor riqueza que el mestizaje. La endogamia lleva al declive". Ante el reto que supone para la sociedad la recepción de inmigrantes, pidió que se comparen las situaciones de los países desarrollados con el resto de naciones: "No hay ética si no hay memoria, y no hay ética sin comparar".

Aclaró que no cree en la existencia de la globalización "porque son unos pocos los globalizadores y muchos los globalizados", por lo que concluyó: "Sólo existe la globalización del olvido y la memoria". Así, reclamó la implicación de toda la sociedad contra la violencia y a favor de la integración social, cultural y económica. Por ello, exigió que la justicia actúe con rapidez ante casos, como los del Ejido, en los que se producen reacciones xenófobas y racistas. "La impunidad no debe tolerarse. Esta es una cuestión demasiado importante y que hace intolerable cualquier actitud de apología de la xenofobia, el racismo o la exclusión. Hay que reaccionar rápido, neutralizar estos brotes mediante acciones terapéuticas rápidas", dijo. Además, invitó a recordar "los orígenes de la violencia en el corazón de Europa".

Dos mundos

Las "asimetrías económicas, de género, del conocimiento y en la toma de decisiones" entre los países desarrollados y el Tercer Mundo, permitieron a Mayor Zaragoza criticar la distancia real entre las grandes potencias y las regiones más necesitadas, dos mundos entre los que se abren cada vez mayores grietas: hoy el 17% de la humanidad disfruta del 83% de los recursos disponibles, sólo un 4% de la mujeres del mundo participan en la toma de decisiones y 1.000 millones de personas carecen de luz eléctrica. "Este mundo es uno o ninguno (...) somos iguales en dignidad, libres e iguales, Durante 30 años se ha advertido de que no podía acabar bien, porque lleva a la tentación de violencia y agresividad", afirmó Mayor. También lamentó que los países desarrollados hayan bajado la media de sus aportaciones al tercer mundo del 0,36% al 0,21% del PIB, porcentaje muy alejado del 0,7% comprometido. El ex director general de la Unesco arremetió contra las injerencias que practican algunos países desarrollados en tareas propias de la ONU y previno sobre los riesgos que comporta esta dinámica. "Hace unos años que los más poderosos toman funciones propias de la ONU, a la que quieren reducir al papel de una bella ONG o a la que ven como una Cruz Roja pobre. (...) Algunos países se toman las justicia por su cuenta, como en Kosovo, por justo que fuera, pero entonces ¿por qué no lo van a hacer otros en el Cáucaso, o en China?. Cuando se rompe el principio es para todos".

La implantación de una democracia real -"nos cuentan pero no contamos"-, el rechazo a cualquier tipo de exclusiones y el mantenimiento vivo "del horror de las guerras" para prevenirlas en el futuro, son los elementos claves para hacer una sociedad más justa, según Mayor Zaragoza, quien apostó por dos instrumentos para su conseguirlo: "La educación como un proceso permanente de conocimiento para tener respuestas propias hasta alcanzar la soberanía personal" y "el amor bajo la forma de la solidaridad y la fraternidad".