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El pánico se apodera de los mercados de Londres y Nueva York

Fernando Gualdoni

Un conflicto armado en Oriente Medio puede dejar al mundo sin 22 millones de barriles de los 75 que consume

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Concentración de crudo

El pánico se apoderó ayer del mercado petrolero y en menos de dos horas el precio del barril subió 3,51 dólares. Fue como si el primer disparo israelí hubiese dado de lleno en los parqué de los mercados petroleros de Londres y Nueva York en vez de en el cuartel general de la Autoridad Palestina en Gaza. No podía ser de otro modo. La acción de Israel abrió la posibilidad de que se desate un conflicto armado en Oriente Medio y éste, ineludiblemente, resultaría en una crisis petrolera. Seis de los 11 miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se hallan en la zona y dos (Libia y Argelia) de los cinco restantes muy probablemente se alinearían por la causa árabe en un conflicto con Israel.

Mensaje de calma

La OPEP produce el 40% del petróleo mundial, el 60% del que se comercializa en los mercados internacionales y posee el 80% de las reservas probadas de todo el planeta. Una guerra en la región de Oriente Medio, donde se producen 22 millones de barriles de los 77 que se extraen en el mundo, provocaría una crisis, primero energética y después económica, de la misma magnitud o mayor que la asiática de 1998. El caos sería aún mayor teniendo en cuenta que se da ahora, cuando apenas comienza el invierno en el hemisferio norte. Los países industrializados son los que menos crudo tienen y, por ende, los que más dependen de la importación.Los precios del petróleo están en su nivel más alto desde la guerra del Golfo Pérsico en 1991 desde hace cinco meses por razones que nada tienen que ver con una guerra en Oriente Medio. La producción, tanto en los países de la OPEP como en el resto de los grandes exportadores ajenos a la organización (Noruega, México, Rusia), está al máximo. La demanda, impulsada por la recuperación de las economías del sureste asiático y del resto del mundo, está creciendo a una velocidad no vista en dos años. En los últimos 12 meses ha pasado de 74 millones de barriles diarios a 75,5 millones y estará en 78,4 millones a finales de diciembre próximo, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE).

Hay además problemas para ampliar la capacidad de producción y de transporte de crudo. Hay pocos buques tanques disponibles debido a que la mayoría de la flota se declaró inutilizable por razones de seguridad tras el hundimiento del Erika en la costa norte de Francia el 12 de diciembre del año pasado. Según ha declarado el secretario general de la OPEP, Rilwanu Lukman, una parte de los 700.000 barriles extra que el cartel comenzó a producir el 1 de julio pasado no ha llegado todavía a los puertos de Europa y EE UU. Si se produce un conflicto armado, el mayor temor del mercado es que se interrumpa o demore la ruta de suministro de crudo que sale al Mediterráneo desde el Mar Rojo, a través del canal de Suez.

Añadido a estos problemas, las refinerías de Europa y EE UU no dan abasto para tanta demanda de productos petrolíferos y se producen movimientos especulativos en el mercado petrolero que elevan el precio final del crudo en dos dólares al final de cada sesión.

Con todos estos problemas que ya venía arrastrando el mercado petrolero, la mayoría de los analistas calculó que el precio del crudo se iba a mantener entre los 28 y 30 dólares por lo menos hasta finales del primer trimestre de 2001. Los expertos consultados ayer en Londres no se atrevieron a apostar por una nueva cifra teniendo en cuenta la crisis desatada en Oriente Medio.

Según estos analistas, la abrupta subida de ayer del barril a más de 35 dólares tan pronto como comenzó el ataque israelí sobre los territorios palestinos fue una reacción de pánico del mercado. Prueba de ello fue que unas horas después, la cotización retrocedió hasta 33,95 dólares. "La volatilidad del mercado es muy fuerte, cualquier proyección puede quedar absoleta y sonar absurda de un momento a otro", comentó un experto en Londres que, como los demás analistas, prefirió no ser citado por su nombre.

Pese a este resguardo de imagen, estos analistas arriesgaron un cifra entre 40 y 50 dólares puede situarse el barril de crudo dentro de las próximas semanas dependiendo obviamente de la evolución del conflicto en los próximos días. Algunos añadieron incluso que aún cuando el conflicto no interfiera en el flujo normal de las exportaciones de crudo de Oriente Medio, si el invierno es muy frío en el norte, es muy factible que el precio del crudo se dispare a 40 dólares por barril.

Ayer, un portavoz del Gobierno iraní se apresuró a tranquilizar a los mercados aclarando "que los países productores de crudo del entorno islámico no utilizarán el petróleo como arma de presión contra Occidente si el conflicto palestino-israelí empeora". No obstante, esto no ha calmado mucho al mercado, puesto que si sólo Irak deja de exportar sus tres millones de barriles diarios, en apoyo de la causa palestina o para presionar en favor de sus propios intereses, habrá un agujero negro en la oferta de crudo que sin duda disparará el precio a máximos históricos, es decir, por encima de los 41 dólares.Tampoco ha gustado a los intermediarios el hecho de que Oman haya roto ayer sus relaciones diplomáticas con Israel. A pesar de que las relaciones entre los dos países eran ya muy débiles antes de la escalada de violencia en Palestina, la actitud del Gobierno omaní preocupa al mercado. No vaya ser que otros países imiten esa reacción. Omán no es miembro de la OPEP, pero sí un estrecho colaborador de la organización como productor (en torno a un millón de barriles al día) y exportador de crudo. Es además uno de los seis socios del Consejo de Cooperación del Golfo Persico junto a Arabia Saudí, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Qatar (miembros del cartel) y Bahrein.

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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