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Los vecinos patrullan las calles contra la prostitución y la droga en los barrios de El Grau y la Malvarrosa

Los vecinos de los barrios de El Grau y la Malvarrosa patrullan las calles desde hace varios días en protesta por la prostitución y la venta de drogas. Ayer por la tarde más de 600 se concentraron en el cruce de la avenida de Malvarrosa con la calle de Juan de Dios. La importante presencia policial evitó que se produjera cualquier altercado. La presión que durante esta semana han realizado los vecinos de este distrito ha provocado que la Delegación del Gobierno aceptara mantener hoy con ellos una reunión para abordar los problemas del barrio.Representantes de las asociaciones de vecinos de la Malvarrosa explicarán a Carmen Mas, delegada del Gobierno, la situación de deterioro que vive el barrio a consecuencia de la venta de drogas.

Los vecinos de El Grau y de la Malvarrosa decidieron hace una semana tomar las calles y salir cada noche a protestar. De momento, consiguen mayor presencia policial y alguna respuesta de las administraciones.

Cada noche, a las once, en la puerta de las Atarazanas de El Grau, son más de cien los vecinos que se congregan para espantar a prostitutas y clientes de la zona.

El paseo se inicia por las callejuelas que rodean las Atarazanas. Los primeros minutos de marcha son una prolongación del saludo. Al girar hacia la avenida del Puerto, tres mujeres jóvenes y negras esperan en una cabina. La cabeza del grupo acelera el paso y empieza a decirles que se vayan. Ellas, asustadas, se marchan corriendo. Una vecina del grupo que patrulla las reconoce y reprende a los que se han ido a por ellas: "Son de mi bloque, qué hacéis, ellas no tienen nada que ver". Las cosas se van caldeando.

En el grupo participan al menos cinco representantes de la Coordinadora de Asociaciones de Vecinos para que la exaltación de una minoría no arruine el tono de protesta de la mayoría.

La policía, Local y Nacional, se despliega por el barrio. Se encargan de ir avisando a las prostitutas para que se vayan o se escondan. La patrulla vecinal avanza, a veces desdoblándose para intentar cercar a algún grupo de mujeres que se avista, pero a su llegada no están. Las prostitutas corren hasta refugiarse tras la vegetación salvaje que hay junto a la vía. Donde antes estaban ellas, ahora se encuentran los chulos.

Los posibles clientes dan vueltas por la avenida del Puerto sin encontrar el objeto de sus deseos. Una furgoneta pasa a gran velocidad. Dentro, más de una decena de prostitutas. A eso de las dos de la madrugada, los vecinos inician la retirada. La Policía aguanta por la zona media hora más. A las tres de la madrugada, las prostitutas han vuelto y la noche se hace corta para recuperar lo perdido.

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