Luxemburgo también existe
Más hermosa que nunca se presenta en estos tiempos la innovadora propuesta que hizo en 1978 el entonces canciller alemán Helmut Schmidt: un día a la semana sin televisión. Cerca de un 77% de los alemanes dijo que la idea era excelente. Una gran parte de los encuestados también se pronunció por una propuesta infinitamente más utópica: un día a la semana sin que la televisión muestre político alguno.Sugiero una modalidad valenciana: que un día a la semana la televisión pública TVV (informativos, programas, gestión económico-financiera) quedara alejada de las manos de sus actuales responsables, incluidos sus dirigentes políticos. 24 horas sería suficiente. Los cambios apenas se apreciarían, pero servirían para mostrar a algunos asalariados de la ignorancia que, antes de proclamar la privatización de TVV, resulta conveniente conocer y, si son capaces, reflexionar.
A ningún jefe del Ejército se le ocurriría privatizar una compañía de la Legión, pongo por caso, por el hecho de que sistemáticamente los legionarios padeciesen procesos gripales o que los TRM les dejasen tirados en la cuneta cada dos por tres en cualquier carretera de Mostar o de Melilla. Del mismo modo que a nadie se le ocurriría privatizar todo el sistema educativo como antídoto a un pésimo ministro de educación que haya despilfarrado su presupuesto. Que el modelo de televisión pública valenciana, puesto en práctica por el gobierno autonómico popular, está en profunda crisis y es un esperpéntico fracaso, nadie medianamente civilizado e informado lo puede poner en duda. El mismo presidente de la Generalitat admitía en el reciente debate de política general que "no le entusiasma". Lógico. Como al 80% de los valencianos que hacen lo mismo que el presidente: no ver TVV. Que además pagan y pagarán los cien mil millones de pesetas que el PP se ha gastado desde 1995 en TVV.
Si como dice Watzlawich (EL PAÍS 3/5/90) aceptamos que la comunicación consiste en comprender la realidad del otro, empiezo a entender al presidente. El Molt Honorable ostenta el máximo poder político-audiovisual, en ausencia de un Consejo Superior del Audiovisual. El remedio eficaz para el gangrenoso Ente no pasa por su privatización. Más bien por sustituir a sus máximos responsables y gestores y abandonar para siempre el principio que está hundiendo la televisión pública: gestores ineptos, políticamente serviles. Es una anécdota aparentemente exagerada, pero cierta. Hubo un director general de RTVV que me interrogó sobre cómo podía ver el informativo tercera edición del día anterior: Simplemente pidiendo la cinta a tu secretaria, le contesté.
Zaplana podría recuperar el "entusiasmo" por el Consejo Superior del Audiovisual (CSA). Iniciar los trabajos parlamentarios, el diálogo con la oposición, poner en marcha la estructura de esa autoridad independiente del poder político. Ejemplos los tiene, desde Francia a Alemania pasando por el Reino Unido.
Únicamente el CSA garantizará la salud democrática y el futuro de una televisión valenciana pública, que respete los principios de su Ley de Creación. Una televisión que entienda que la unidad básica que compone su audiencia es el ciudadano, no un mero consumidor; que sea responsable culturalmente, que forme opinión pública, que sea referencia en materia de ética, imaginación y calidad. Una televisión pública que goce de independencia respecto al partido político gobernante. Aspecto este último nada desdeñable cuando llegue el momento de pasar a la oposición. Sólo es cuestión de tiempo. El CSA dejaría TVV en manos de la sociedad.
Privatizar RTVV ¿para qué? Apunto aquí unas palabras del hasta hace poco director general de Tele 5 y viejo conocido, Mikel Lejarza, cuando decía: "Nosotros hacemos televisión para vender publicidad, no vendemos publicidad para hacer televisión", y al mismo tiempo daba las gracias a los responsables de las televisiones autonómicas por haberlas convertido en simples videoclubs. "Sin fútbol y sin el famoseo no son nada", decía Lejarza. Que la televisión privada es más independiente y libre es otro mito que requiere un buen desnudo para perplejidad de los ingenuos. Los grandes grupos multimedia están en negociación permanente con los que mandan. En El instrumento de la democracia de masas, Dominique Wolton ya lo apuntaba en 1992: "Hay que desterrar la idea según la cual la televisión privada es independiente del poder político".
Queda un apunte, no por último menos importante. Privatizar RTVV, hoy por hoy no es posible. Se requiere cambiar la ley reguladora del tercer canal. Y parece muy poco probable que las Cortes procedan a esa modificación en la presente legislatura. Es más que probable que privatizar RTVV sea tarea complicada, aun cuando se modificara la ley del tercer canal. Existe un Derecho Europeo de lo Audiovisual, un marco jurídico extenso y dinámico. El Gobierno español es "parte contratante" del Tratado de Amsterdam, y de su protocolo anexo al Tratado sobre el Servicio Publico de Radiodifusión, que asegura que "las altas partes contratantes consideran que la radiodifusión de servicio publico en los Estados Miembros está directamente ligada a las necesidades democráticas, sociales y culturales de cada sociedad y a la necesidad de preservar el pluralismo en los media...".Un proceso de privatización de RTVV podría acabar ante el Tribunal de Justicia de Luxemburgo. Como ha dicho la titular francesa de Cultura y Comunicación, Catherine Tasca, "somos muchos los que en Europa queremos un servicio audiovisual público fuerte, elemento indispensable del equilibrio democrático y de la diversidad cultural".Y si algún día hay que ir a Luxemburgo, iremos.
Josep López es periodista de Canal 9.
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