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LA TRANSICIÓN EN YUGOSLAVIA

Alemania usa su influencia ante Rusia para asegurar la transición

Pilar Bonet

La diplomacia alemana trabajaba ayer intensamente para hacer irreversible la "autoliberación" del pueblo serbio y evitar que ésta sea puesta en peligro por las incógnitas que aún quedan por despejar, entre ellas la actuación y el destino de Slobodan Milosevic. Para atender al primer punto, Alemania daba pasos para que la Unión Europea suprima cuanto antes las sanciones, comenzando por el embargo de los carburantes, e impulse un plan de ayuda urgente para reconstruir el país.

Para despejar las incógnitas, el canciller Gehard Schröder, recurría a su relación privilegiada con el presidente de Rusia, Vladímir Putin. El ministro de Exteriores, Joschka Fischer, advirtió de que todavía existe el peligro de derramamiento de sangre y el ministro de Defensa, Rudolf Scharping, consideró prematuro plantearse la retirada de los contingentes de tropas internacionales en Kosovo y Bosnia.Schröder suspendió ayer todos sus compromisos para concentrarse en Yugoslavia. Por la mañana, conversó por teléfono con Putin, así como con el presidente francés, Jacques Chirac, y el estadounidense, Bill Clinton.

En la estrategia alemana de cara a Yugoslavia, Rusia juega un importante papel. La cancillería federal, que estaba muy preocupada por la reacción de Moscú tras las elecciones del 24 de septiembre, ha intentado que Rusia no se desmarcara de Occidente desde aquella fecha. Al día siguiente de los comicios, Schröder visitó a Putin en Moscú y trató con él sobre Yugoslavia, aunque aquel no había sido el motivo principal de su viaje relámpago. El canciller y los altos representantes de la diplomacia alemana se esforzaron en trasmitir a Moscú que era necesario reconocer el "cambio democrático" en Yugoslavia.

La postura rusa satisfizo las expectativas de los dirigentes alemanes, quienes ya la semana pasada preveían que los acontecimientos podían tomar un rumbo acelerado y temían incluso que pudieran hundirse en la violencia. Berlín no tuvo éxito en su intento de convocar el Grupo de Contacto para seguir la crisis yugoslava desde un foro internacional que incluyera a Rusia.

La idea de evitar que Rusia se aleje de Occidente en su política yugoslava responde a consideraciones pragmáticas, ya que Moscú ha sido la única vía de influencia sobre Milosevic de la que han podido valerse los países occidentales. Medios diplomáticos alemanes descartan la posibilidad de sondear a Rusia para buscar una vía de salida a Milosevic. Gernot Erler, el vicepresidente del grupo parlamentario del SPD y un experto en Yugoslavia, ha manifestado desde Tirana que Occidente no debe plantear ninguna exigencia al equipo de Kostunica en lo que se refiere a Milosevic. La nueva dirección de Yugoslavia necesita el reconocimiento de que "Serbia se ha autoliberado".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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