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Anticlericales

El presidente Zaplana inaugura algo, y se persigna con recogimiento, igual que otras autoridades civiles. En primer plano de la foto, dirigiendo el cotarro, el brazo eclesiástico, una figura que ha recobrado su protagonismo, y que aporta al equipamiento de los nuevos locales un elemento al parecer tan imprescindible como la luz eléctrica o el permiso municipal: una buena ducha de agua bendita (hay anécdotas en verdad jugosas referidas a la bendición de un centro de acogida de inmigrantes mayormente musumanes).Decía que el presidente se santigua, pero por ahora también mantiene el tipo frente a una ofensiva en toda regla, por parte del arzobispo, contra la regulación de las uniones de hecho. Es curioso: se favorece a los colegios "con ideario", pero hay problemas con la Ley de Servicios Sociales; se asiste a procesiones y misas, pero fallan las subvenciones a entidades religiosas.

Recientemente hemos recuperado el uso de dos términos políticamente incorrectos durante los últimos 20 años. Uno es reproche de tonsurados: "utopías marxistas". Y otro, el fantasma que se agita ante la menor discrepancia o señal de rebeldía: "vuelve el anticlericalismo", aquel fenómeno que según un libro sobre los cada vez más numerosos "mártires de la fe", escrito por cierto sacerdote valenciano destinado en Roma, se convirtió en la esencia de la "anticristiana II República".

Así que no hace falta remontarse a aquella España que según Azaña había dejado de ser católica cuando seguramente quería decir clerical, ni a la militancia beligerante del cardenal Segura, ni a la carta colectiva del episcopado en el 37, ni al nombramiento de la Virgen del Pilar como Capitana General de la Santa Cruzada. Pero si "vuelve el anti" digo yo que será porque previamente aumenta la injerencia civil de la clerecía, recelosa incluso con los suyos y tronante desde el púlpito contra el entorno inmediato (el diablo más maligno es el que campea por casa). "Eliminar el anticlericalismo existente en algunas cofradías..." es el sorprendente reto de un teólogo tambien valenciano, refiriéndose a las celebraciones de semana santa "y el aprovechamiento que de ellas hacen algunos políticos".

Responsables de Manos Unidas han quedado fuera porque los mitrados prefieren proyectos pastorales antes que sociales (más catecismo, menos vacunas). El arzobispo de Pamplona ha censurado un libro de teólogos y sacerdotes. Una ilustre monja defensora del sacerdocio femenino ha sido obligada por la Inquisición a colgar los hábitos, y ahora sabemos que otra monjita denunció a un gay fichado como "peligroso social" hasta anteayer.

Los obispos ortodoxos han canonizado a un zar represor y palanganero del libertino Rasputín. Ni la ONU puede con los talibanes. Ayatolás del mundo entero unidos, tambien El Vaticano, impiden un acuerdo sobre los derechos de la mujer negándose a reconocer la sexualidad y la anticoncepción. Los imanes de Fuengirola y Barcelona justifican los malos tratos. Los guardias de Álvarez del Manzano acosan y coartan a las pacientes de la clínica Dator. Los islamistas marroquíes asedian a los turistas en las playas, "por indecentes". Se anuncian exámenes antisida a candidatos a seminarista. Y el Papa condecora a la responsable de una clínica-negocio donde se produjo el contagio masivo de hepatitis por falta de control.

¿Vuelve el anticlericalismo?. Quizá, aunque hay creyentes y clérigos muy meritorios . No sólo por lo que hacen o son, sino también por lo que no son: clericales.

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