Gore intenta poner al electorado femenino en contra de Bush
El debate entre George Bush y Al Gore no liquidó el reñido pulso por la Casa Blanca, pero sirvió para evidenciar las claras diferencias entre los candidatos. En materia de aborto fueron notables. A Bush se le vio muy incómodo en el intercambio sobre el aborto. No quería desmarcarse de su sólida base conservadora, pero tampoco asustar a los defensores del derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo.
El republicano reconoció que como presidente no puede revertir la reciente decisión de legalizar en EE UU la píldora RU-486, pero añadió que defenderá la penalización del aborto en una fase avanzada del embarazo. Gore, mucho más claro en este terreno, advirtió que si Bush conquista la Casa Blanca podría nombrar tres o cuatro nuevos jueces en el Tribunal Supremo contrarios al aborto. Y alcanzó el hígado de su rival al decir que, sobre el aborto, "Bush cree que el Gobierno es el que debe decidir y no las mujeres".Pese a su combatividad en la denuncia del programa de su rival, Gore no entró jamás en el terreno de los ataques que pudieran parecen personales. En cambio, Bush puso en duda la credibilidad de su rival y citó los líos de financiación electoral en los que estuvo implicado en 1996, en particular su célebre visita recaudatoria a un templo budista de California. Gore se sacó de encima el asalto declarando: "Usted quiere poner el acento en los escándalos, yo quiero concentrarme en los resultados".
Un escarceo también vigoroso fue provocado por la subida de los precios de la gasolina. Gore, un activo defensor del medio ambiente, se declaró partidario de promover nuevas fuentes de energía y Bush, miembro de una dinastía petrolera, de explotar los recursos de crudo del santuario natural de Alaska.
En política exterior, quedó claro que ni Gore ni Bush utilizarían el poderío militar de EE UU para obligar a Slobodan Milosevic a aceptar su derrota en las recientes elecciones yugoslavas. Pero los candidatos presidenciales norteamericanos también coincidieron en proclamar en Boston que Milosevic debe renunciar a la presidencia. "Espero que deje el cargo muy pronto, sólo entonces Serbia podrá tener una relación normal con el resto del mundo", dijo Gore. Los enfrentamientos entre israelíes y palestinos no merecieron el menor comentario de los candidatos. Jim Lehrer, el moderador, no les preguntó sobre este tema y ellos tampoco lo abordaron por propia iniciativa. El problema yugoslavo, el único asunto internacional en los 90 minutos de debate, fue tratado sólo a preguntas de Lehrer. Yugoslavia permitió a Gore una exhibición de conocimientos. Deletreó con precisión y una sonrisa autosuficiente los nombres completos de Milosevic y el líder opositor Vojislav Kostunica, y añadió la lección de que Yugoslavia es igual a Serbia más Montenegro. Quiso, como señaló The New York Times, dar una "lección de geopolítica" e "intimidar oratoriamente" a un Bush conocido por su escaso dominio de los temas internacionales. Pero el gobernador de Tejas aguantó el chaparrón.
La principal diferencia en política exterior que evidenciaron los candidatos presidenciales en Boston fue la propensión de Gore a utilizar las Fuerzas Armadas estadounidenses en misiones de paz. "Los intereses nacionales de EE UU no sólo están en juego en países petroleros, sino también en lugares como Bosnia y Kosovo", dijo Gore. "No podemos ser el policía del mundo", replicó Bush. El gobernador, que de llegar a la presidencia pedirá a los miembros europeos de la OTAN que se hagan cargo de Bosnia y Kosovo, subrayó que "la construcción de naciones" no es tarea militar.
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