Maragall advierte que Pujol tiene a Cataluña instalada en la rutina administrativa
El segundo debate parlamentario entre Pasqual Maragall y Jordi Pujol en esta legislatura resumió bien la complejidad de la relación entre las dos fuerzas que forman el eje político de Cataluña. Maragall acusó a Pujol de estar instalado en la mera rutina administrativa y de tener al país sin gobierno. Pero le ofreció negociar acuerdos sobre los grandes asuntos de interés para el país, entre los que incluyó una posición catalana conjunta sobre la financiación autonómica, la gran obsesión actual de Pujol. El presidente aceptó esta propuesta, pero no sin señalar que lo hacía desde el escepticismo, porque la financiación autonómica depende, en última instancia, del Gobierno del PP y, en parte, también del PSOE.
Nada más comenzar, Maragall formuló su diagnóstico sobre la situación política. Cataluña corre el peligro, explicó, de "quedar atrapada entre un Gobierno que no gobierna y otro que se equivoca". Dicho de otro modo, entre el cansino final de etapa de Pujol y "el doctrinarismo del PP" en materia económica y autonómica. Sin una mayoría parlamentaria sólida, Pujol está instalado en el "ir tirando", afirmó. Para ejemplificar la "incapacidad" política del Ejecutivo catalán, Maragall puso el ejemplo de la E de las matrículas de automóvil. Un asunto, recordó, en el que quienes sostienen a CiU en el Parlament no han dudado en aplicar desde el Gobierno central la solución opuesta a los deseos de los catalanistas.El líder del primer partido de la oposición advirtió que esta situación puede acarrear la pérdida de cuatro años para Cataluña en ámbitos tan decisivos como el de las grandes infraestructuras, la educación y la investigación. Y le dijo a Pujol que "ya no es hora de malabarismos" ni de refugiarse otra vez en la reclamación de más poder y más financiación. Los problemas de Cataluña, resumió Maragall, son también el de "tener un Gobierno que aproveche bien los recursos de que dispone" y los derivados de la ausencia de "una estrategia económica para ponerla en situación de liderazgo".
Maragall, que como todos los demás oradores hizo constar su condena de ETA y en particular del asesinato del concejal del PP de Sant Adrià -al que por error se refirió dos veces como diputado-, dedicó una buena parte de su primera intervención a explicar que Cataluña debe implicarse a fondo en la búsqueda de una solución al conflicto del País Vasco. Por responsabilidad y solidaridad, pero también porque sin encauzar aquel conflicto la evolución del modelo autonómico continuará estancada. "Y los catalanes queremos que esta evolución prosiga", afirmó.
Como había anunciado, Maragall reiteró a Pujol la oferta para alcanzar acuerdos sobre la financiación autonómica, el tratamiento de la inmigración, la organización territorial, la política sobre medios audiovisuales y la relectura del Estatut. Pero advirtió al presidente que en la reforma de la financiación autonómica "no andaremos mucho trecho con ustedes si sólo buscan soluciones para pagar las facturas de 2001 y no se plantean reformar el marco general a medio plazo".
Pujol replicó a las críticas recriminando a Maragall que los gobiernos del PSOE dedicaban menos que el de Aznar a infraestructuras en Cataluña. El presidente aceptó buscar acuerdos con los socialistas en dos de los cinco asuntos que le había planteado el líder socialista: el tratamiento que se debe dar a los inmigrantes y la financiación autonómica.
Pero no lo hizo sin expresar claramente sus reservas. "El Gobierno central", explicó Pujol, "no quiere ni hablar con nosotros de la financiación si nos presentamos acompañados por la oposición". Esto complica el asunto, claro está. Además, recordó el presidente, en última instancia la negociación de la financiación autonómica es también un asunto entre el PP y el PSOE. "Y para desgracia suya", dijo, "lo que ustedes puedan representar en ella es más bien poco". Remató la frase añadiendo que aceptaba buscar este acuerdo, "pero desde el escepticismo de 22 años de experiencia".
Maragall recogió el guante y expresó también sus condiciones. "Muy bien, me comprometo a llevar a su despacho a Rodríguez Zapatero para que se puedan tejer las alianzas que hagan falta". Pero especificó que su objetivo es plantear un modelo general de distribución de los fondos entre todas las administraciones a medio plazo. "No los problemas de caja del año 2001", reiteró.
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